La historia de San Onésimo nos muestra que, para Dios, nuestro presente nunca es definitivo. Ladrón, prófugo, amigo de San Pablo, Obispo de Éfeso y mártir. ¿Y tú crees que Jesús no tiene algo especial para tí?

De esclavo a servidor de Cristo

San Onésimo que vivía en la actual Turquía era un esclavo de Filemón, cristiano convertido por San Pablo en uno de sus viajes por la región. Fue entonces que nuestro personaje, por entonces no tan santo, le robó a Filemón y se dio a la fuga.

Su huida lo llevó al corazón de la cristiandad romana, a la mismísima Roma. Allí conoció a San Pablo, entonces prisionero. Y aquí lo maravilloso del mensaje de Cristo: el apostól bautizó a Onésimo, los instruyó en la fe y lo envió de regreso con una carta donde su antiguo amo.

En la Carta a Filemón (10-12) podemos leer el pedido del “Apóstol de los gentiles”:

Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas, Onésimo, que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para ti y para mí. Te lo envío de vuelta, y con él va mi propio corazón”.

“Yo hago nuevas todas las cosas”

Y aquí viene otro dato importante de la historia de san Onésimo, pues nos muestra que Cristo nos invita a poner siempre la otra mejilla. Filemón, su antiguo amo, al leer en la carta

“Si en algo te ofendió, o algo te debe, ponlo a mi cuenta; yo, Pablo, lo firmo con mi puño y letra, yo pagaré”, lo liberó y envió devuelta a Roma. Pero su perdón y su amor cristiano fue más allá, puesto que en la carta a los Carta a los colonenses (4, 7-9)  nos dice:

“En cuanto a mí, de todo os informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y consiervo en el Señor, a quien os envío expresamente para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones. Y con él a Onésimo, el hermano fiel y querido compatriota vuestro. Ellos os informarán de todo cuanto aquí sucede”.

Esto significa que Filemón lo recibió como un auténtico hermano en la fe. Pero Dios tenía más planes para san Onésimo. Según cuenta San Jerónimo, fue ordenado Obispo de Éfeso, convirtiéndose en un importantísimo servidor de Cristo en la región.

Como si fuera poco, este santo que conocimos como esclavo y luego como ladrón prófugo, unió aún más su vida a la Jesús padeciendo martirio por lapidación en Roma, hacia el año 90 d.C. en el contexto de la persecución del emperador Domiciano.

Si crees que en tu vida hay algo demasiado “definitivo” recuerda la vida de san Onésimo y pon tu fe en Cristo, quien hace “nuevas todas las cosas” (Ap. 21, 5-6)

[Ver: ¡Santos para todos! Conoce a quién encomendarte según tu profesión]

[Ver: 3 datos que quizás no conocías de San Esteban Protomártir]

 

Comparte