¿Tienes dificultades para vivir el presente? El decálogo creado por San Juan XXIII para vivir la serenidad te puede dar un apoyo espiritual para seguir caminando en medio de las tribulaciones diarias.

Angelo Giuseppe Roncalli nació en Italia el 25 de noviembre de 1881. Fue ordenado sacerdote poco antes de cumplir 23 años y nombrado obispo a los 44. Fue elegido Papa en 1958 y tomó el nombre de Juan XXIII.

Es conocido como el “Papa Bueno” gracias a su buen humor, su lucha por salvar vidas durante la Segunda Guerra Mundial y su constante trabajo por lograr la paz. San Juan XXIII fue canonizado junto a San Juan Pablo II el 27 de abril de 2014.

En el año 2001, San Juan Pablo II recordó el importante legado de santidad que el pontífice ha dejado a la Iglesia Católica.

“Quisiera subrayar de modo particular que el don más valioso que el Papa Juan XXIII ha dejado al pueblo de Dios es él mismo, es decir, su testimonio de santidad”

Cuando era todavía joven, San Juan XXIII escribió un decálogo que nos puede ayudar a mantener la calma, la alegría y sobre todo, vivir en paz a pesar de los problemas diarios.

Decálogo de la Serenidad de San Juan XXIII

1. Solo por hoy trataré de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez.

2. Solo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé criticar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.

3. Solo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no solo en el otro mundo, sino en este también.

4. Solo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.

5. Solo por hoy dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

6. Solo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.

7. Solo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.

8. Solo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

9. Solo por hoy creeré firmemente -aunque las circunstancias demuestren lo contrario-, que la buena Providencia de Dios se ocupa de mí, como si nadie más existiera en el mundo.

10. Solo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.

¡Confiemos a Dios nuestras preocupaciones diarias!

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