Su nombre es Raymon Nader y asegura que tras una experiencia mística, San Charbel le dejó su brazo milagrosamente marcado con una quemadura.
El hecho habría ocurrido el 10 de noviembre de 1994 y, según comenta Nader, desde entonces, la huella de la mano en la parte superior del brazo izquierdo desapareció y reapareció en varias ocasiones.
Rezaba una noche, tuvo una visión y asegura que San Charbel le dejó su mano marcada en el brazo
Nader es esposo y padre de tres hijos. Estudió ingeniería electromecánica y física nuclear en Beirut y Londres, y creció en una familia católica maronita, donde “siempre estaba haciendo preguntas sobre Dios y la creación”.
En su búsqueda de Dios, comenzó a visitar la antigua ermita de San Charbel en Annaya, Líbano en 1985. Durante 10 años, asistió a rezar en la celda o capilla de San Charbel, pasando las noches “rezando, meditando, leyendo el Biblia”.
La experiencia mística y la “marca” de San Charbel
En una noche el 10 de noviembre de 1994, mientras oraba como de costumbre, “algo en el aire comenzó a cambiar a mi alrededor”, dijo. “Hacía tanto frío, ya sabes, Annanaya está a 1.300 metros sobre el nivel del mar. Hace mucho frío durante el invierno”.
De pronto comenzó una brisa cálida que se transformó en un viento fuerte y caluroso que soplaba a su alrededor. “Me sentí tan cálido”. Sin embargo, cuando soplaba el viento extraño, todo a su alrededor se movía excepto las llamas de las velas.
“Empecé a buscar la causa de este viento caliente en Annaya en invierno, lo cual fue un milagro. Y me sorprendió ver que las llamas no se movían a pesar del viento fuerte y caliente. Entonces, decidí tocar las llamas para ver si estaba bien o si estaba alucinando”, comentó.
Cuando quiso tocar las velas, “todo se detuvo” y sintió que lo transportaban a otro mundo. Sus sentidos se detuvieron y ya no podía sentir su cuerpo. Ya no podía escuchar los sonidos habituales de la noche en la zona.
“No podía decir si estaba de pie o de rodillas o si tenía calor o frío. Y me encontré en una luz enorme y poderosa. Era tan poderosa, tan fuerte, pero tan suave al mismo tiempo. Era tan claro como un cristal, no tenía color“.
Dijo que sintió la presencia de un ser, que ahora cree que pudo haber sido el Señor o el Espíritu Santo, aunque en ese momento pensó que podría estar soñando; así que empezó a hablar solo. Pero sin palabras, sin voz, entendió, “no, no estás soñando”.
“No lo vi, no lo conocía, pero recibí esta respuesta: ‘No, no estás soñando’… Entonces, pensé que tal vez estaba inconsciente. Y dijo de la misma manera: ‘Ahora estás consciente. Nunca has estado tan consciente como ahora”.
“Durante unos segundos sentí algo que no puedo describir fácilmente. Fue un sentimiento de alegría, felicidad, paz, fuerza, amor, ternura”, dijo.
Fue entonces cuando Nader dejó de hacer preguntas: “sobre el universo, sobre la vida, sobre cualquier cosa”.
Nader le rogó a la presencia que no se fuera, o si lo hacía, que lo llevara con él, y llegó la comunicación: “Siempre estoy en todas partes“, antes de que la luz se detuviera y Nader estuviera nuevamente en la fría y oscura eremita. Echando un vistazo a su reloj, dijo que se dio cuenta de que habían pasado cuatro horas “como un segundo”.
Al subir a su auto para retornar a su hogar observó que el suéter se le pegaba al brazo. Entonces se subió la manga y descubrió cinco dedos “grabados” en su brazo, con “sangre y agua saliendo de los dedos”.
“Volví a casa. Y desde ese día todo cambió en mi vida”, asegura Nader.
La opinión médica de la herida
El Dr. Nabil Hokayem, cirujano plástico de Beirut, examinó la marca en el brazo de Nader tres veces: primero en 1994, poco después de su aparición, y posteriormente en la primavera de 1995 y el verano de 1996.
El médico le dijo a CNA que la marca es una quemadura de tercer grado, con la forma de lo que parecía “como cinco dedos, como si alguien estuviera sosteniendo a [Nader] por detrás“.
Mientras que una quemadura de tercer grado es algo grave para quien la padece, el Dr. Hokayem dijo que la quemadura en la parte superior del brazo izquierdo de Nader no pasó por las etapas de curación típicas de una quemadura severa.
“He visto y tratado a cientos de personas quemadas; les digo, nunca había visto algo así”, afirmó. “Estaba realmente asombrado”.
Además de la falta de dolor, el médico explicó que era inusual que la quemadura no dejara una cicatriz, sino que se desvaneciera lentamente hasta que “se curó por completo”.
Nader asegura que sigue teniendo visiones sobrenaturales y a veces también viendo una visión del monje y ermitaño libanés, San Charbel, “en un halo de luz”. Según dice, en cada una de esas ocasiones, la huella de la mano desvanecida se volvió del rojo oscuro de una quemadura, y nuevamente rezuma sangre y agua, como lo hizo cuando apareció por primera vez.
“Creo que [San Charbel] no está mostrando su poder”, afirmó. “San Charbel no quiere mostrar: ‘Soy poderoso, puedo hacer milagros’. Ese no es su objetivo. El objetivo de San Charbel es señalar a Dios, mostrarle a la gente a Dios“.
Acerca de la milagrosa huella de la mano todavía visible en su brazo, Nader mantiene la explicación que le sugirió el sacerdote maronita Youhanna Khawand.
Nader dijo que el padre Khawand pensó que la huella de la mano podría ser una señal de que San Charbel quería poner su mano sobre él para enviarlo al mundo, como la Iglesia primitiva impondría las manos a una persona antes de enviarla como misionero.
“Dijo que tal vez San Charbel te está enviando ahora, poniendo su mano sobre ti para enviarte por todo el mundo a predicar y contarle a la gente acerca de la verdadera fe en Jesús”.
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Este artículo fue publicado originalmente en Catholic News Agency.
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