La hermana Wanda Boniszewska llevó estigmas gran parte de su vida, fue apresada por la policía del dictador soviético Joseph Stalin y torturada, convirtió a sus verdugos y podría ser declarada santa.

Nació en 1907 y en 1926, a los 19 años, se unió a las Hermanas de los Ángeles, una comunidad religiosa polaca sin hábitos fundada en 1889. Ya en ese tiempo comenzó a experimentar fenómenos místicos y Jesús le reveló lo que esperaba de ella.

Los estigmas y el sentido de su sufrimiento

En una ocasión Jesús le dijo: “Hija mía, me estoy muriendo y lo haré hasta que los sacerdotes regresen del camino errado. Te convertirás en un instrumento de Dios en beneficio de los demás“. Así Cristo le manifestó que debía orar y sufrir por los sacerdotes, religiosos y religiosas.

Pronto comenzó a tener sufrimientos físico y espirituales y hacia 1935 le aparecieron estigmas. Tenía heridas abiertas en los lugares de las heridas de Cristo. El sudor sangriento fluía de su cuerpo y lágrimas de sangre de sus ojos. Tenía moretones y marcas de latigazos, y la sangre manaba de sus costados.

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Y sin embargo, llevó todo esto en estricto secreto, al punto de que solo su confesor y sus superiores conocían su experiencia mística.

Prisión, tortura y el desconcierto por los estigmas

En 1950 fue arrestada por los comunistas bajo cargos falsos. Condenada a 10 años de prisión por una sentencia judicial soviética, fue deportada al campo de Wierchno Uralsk en Siberia.

Su terrible experiencia en la cárcel se conoce por el testimonio que quedó de su diario, el cual escribió luego de su liberación por pedido de su confesor.

Estuvo presa durante seis años en varias cárceles y desde el primer día de detención recibió  terribles torturas.

“Se convocó a otro mayor, quien, sin conocer mi estado de salud, me trató como a un animal. No me permitió sentarse, me ordenó que se pusiera de pie, luego intervino en palabras insultantes. Me golpeó las rodillas, lo que hizo imposible mantenerse en pie”, relata la hermana.

Después de tan terrible tortura la llevaron a una sala de hospital. “Tuve diversas enfermedades, como: inflamación de la pelvis del riñón, inflamación de la vesícula biliar, peritonitis (…), varias veces con gripe con angina”, recordaba.

Sin embargo, lo que más desconcertaba a los médicos soviéticos eran sus estigmas. “En el Adviento [se manifestaba] ‘una enfermedad que seguía siendo incomprensible para los médicos’. La describieron como ‘varices que sangran de vez en cuando'”.

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Milagrosas conversiones de sus torturadores

Mientras padecía las vejaciones con espíritu cristiano, los torturadores se desconcertaban y luego de un tiempo sus corazones se ablandaba y convertían a Dios. 

“De repente por la noche se abrió la puerta y entró este ‘rieżimnik’ y empezó a pedir perdón que me golpeaba la cabeza contra la pared y dijo: ‘Sabes, ahora descubrí que Dios está ahí, porque mi conciencia no me da paz. Mi madre es creyente, yo también quiero ser creyente ahora, como tú: si te dejan libre, ven a mí, te cuidaré como a una hermana natural, ¿de acuerdo? Le respondí: “Realmente quiero que usted y toda su familia recuperen la fe“, escribe la hermana.

Este es solo un caso, pero sucedió tan a menudo que se dictó la orden de que ningún jefe podía interrogar solo a la hermana, sino que siempre debía estar acompañado de numerosos testigos.

Finalmente en 1956 fue liberada… y podría ser santa

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Luego de su liberación, fue recibida en Polonia y se desempeñó como superiora en varias casas de las hermanas. Y aún le quedaron algunas pruebas como la operación de un tumor cerebral en 1960, un accidente automovilístico que 1980 le dificultó la movilidad y padeció aterosclerosis. La experiencia de la prisión había dejado huellas en su frágil cuerpo.

En 1974 desaparecieron los estigmas de brazos y piernas y quedaron las heridas en el pecho y la cabeza. Pero siguió viviendo una intensa vida mística.

Falleció en 2003, con 96 años, y 76 en el convento. El 9 de noviembre de 2020, el cardenal Cardenal Kazimierz Nycz inauguró la fase diocesana de la causa de beatificación Sor Wanda Boniszewska en la capilla de la Casa del Arzobispo, en Varsovia, Polonia.

El postulador de la causa Michał Siennicki dijo : “El proceso que comenzamos hoy tiene como objetivo mostrar que el heroísmo es posible incluso en las circunstancias más difíciles de la vida. Sor Wanda Boniszewska, a pesar de la injusta condena a años de prisión soviética, permaneció heroicamente ante Cristo, testificando de él y llevando las heridas de Cristo en su cuerpo y ofreciendo sus sufrimientos por los sacerdotes”.

¡Como la hermana Wanda Boniszewska, oremos por los sacerdotes!

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