Joel se hizo conocido en los últimos días a partir de un video viral compartido por la Arquidiócesis Primada de México en el que le canta a la Virgen María y el niño Jesús.

Sin embargo, la historia de fe detrás de este niño ciego y su familia es aún más hermosa e increíble que la delicada voz con la que entona cantos a la Madre de Jesús.

En un hermoso artículo escrito en el sitio Desde la fe, la madre de Joel cuenta esta maravillosa historia.

La emocionante historia de Joel, el niño ciego que le canta a la Virgen

Lucina, su madre, contrajo matrimonio con Joel, el padre del niño, hace 13 años. Su ilusión era tener formar tener un hijo, pero dos años más tarde un médico le dio una triste noticia: era estéril y no podría ser mamá.

Con una fe inmensa, Lucina se postró ante Jesús ese mismo día y le dijo: “Señor, si tú crees que yo podría ser una buena mamá, y mi esposo un buen papá, dame un hijo, al mejor que tengas allá arriba, a ese dámelo por favor”.

A los tres meses de esta súplica, Lucina quedó embarazada. Sin embargo, cuando cursaba el sexto mes de embarazo tuvo una eclampsia y Joel tuvo que nacer. Solo pesaba 900 gramos y las complicaciones de salud no tardaron en aparecer: a los dos meses de nacido el médico descubrió que el pequeño era ciego.

En ese enorme dolor y temiendo lo peor, Lucina fue a la Catedral de Toluca y a los pies de Jesús le dijo:

Señor, mi niño es tuyo, yo lo entrego a tus cuidados; déjamelo, te lo ruego. Pero si me lo quitas, dame fuerza porque mis brazos se van a quedar vacíos”.

Y como aquella otra vez antes del embarazo, el Señor escuchó sus plegarias. Lentamente Joel comenzó a ganar peso y, pasado un mes, alcanzaba el kilo con 500 gramos.

“Quiero ser santo”

Desde el momento de su concepción, Joel le cambió la vida a sus padres. Lucina recuerda que cuando tenía 3 años, el pequeño comentó: “Estaba empezando a hablar bien, y en esa ocasión me dijo con toda claridad: ‘Mami, yo quiero ser santo’“.

Sorprendida por la declaración de Joel, su madre le respondió: “Pues pídele a Dios que te ilumine el camino, y que a mí me dé fuerzas para guiarte”.

La gratitud en medio de las dificultades

Perdimos todo para poder sacar adelante a Joel de sus enfermedades -cuenta Lucina-: vendimos el carro, después la casa, luego los muebles; posteriormente fuimos vendiendo la herramienta e incluso trastes. Nos quedamos sin nada”.

Entregué hasta el último bien material que tenía; pero me quedé con mi hijo y ahora lo disfruto como nadie tiene idea, todo el día y todos los días”, reconoce Lucina.

Hoy Joel tiene 11 años, ama cantar a Dios y colabora como monaguillo en la Parroquia San Pedro Apóstol en Ciudad de México.

A Joel le gusta mucho cantar a Dios y a la Virgen -relata Lucina-. Yo le enseño los cantos, papá le hace la música con la guitarra y él los canta. Los tres solíamos esperar a que la iglesia quedara vacía para ponernos a cantar”.

Lucina está inmensamente agradecida con Dios por el regalo que le ha dado en su hijo Joel. Pero en medio de la infinita gratitud, tiene un pequeño pedido que incluye cada día en sus oraciones:

“Señor, te pido que, como el mejor relojero, ahí cuando tengas un tiempecito, ve arreglando los ojos de mi hijo poco a poquito, que tu gloria se manifieste en él. Pero si esa no es tu voluntad, sólo te ruego que no me quites la vida ahorita, sino cuando Joel sea un hombre realizado, bueno y fuerte”.

¿Qué piensas de esta historia?

Este artículo fue publicado originalmente en Desde la fe.

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