En medio de la nieve que cubría la ciudad, el joven Josemaría Escrivá descubrió unas huellas descalzas que marcarían su vida. Una pregunta despertó en su corazón: si otros podían entregarlo todo por Cristo, ¿qué estaba dispuesto a ofrecer él? Así comenzó su camino hacia la santidad.

¿Alguna vez te has preguntado cómo los santos descubren su vocación? El Opus Dei compartió en sus redes sociales un momento clave en la vida de San Josemaría: aquel en que descubrió su llamado a la vida consagrada.

“No era un ángel ni un héroe: era un chaval que vio algo que le removió por dentro. Unas huellas en la nieve. Un corazón que se enciende. Tú también puedes dejar huella”, señala la publicación.

El encuentro con su vocación

En el video, se narra cómo todo comenzó en Logroño (España), en pleno invierno, cuando Josemaría encontró unas huellas en la nieve. Eran de un carmelita descalzo. Ese testimonio silencioso tocó su alma profundamente.

“Pensó: ‘Si otros hacen tanto por Dios, ¿yo no voy a ofrecer nada?’ En ese instante, sintió en su corazón que Dios le pedía la vida entera”.

Con 16 años, el futuro santo decidió seguir la vocación a la vida religiosa, una resolución que comunicó a su papá.

“Al contárselo a su padre, lo vio llorar por primera vez. Don José le dijo: ‘Piénsalo bien. Si te haces sacerdote, debes ser muy santo’, y lo llevó con un amigo sacerdote para que lo orientara”.

La familia Escrivá eran feligreses de la Iglesia de Santiago el Real, donde el hermano menor de Josemaría, Santiago, fue bautizado.

“Para Josemaría, su nacimiento fue una caricia de Dios, pues aliviaría el vacío que dejaría al marcharse al seminario”.

San Josemaría fue ordenado sacerdote el 28 de marzo de 1925. Su camino se caracterizó por resaltar la santidad en la vida diaria, un llamado al que todos podemos responder.

Con su vida y enseñanzas, nos recordó que Dios nos espera en lo cotidiano: en el trabajo, en la familia, en el estudio, en cada gesto hecho con amor. Como él mismo decía:

"Allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo".
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