Los primeros cristianos vivieron una situación histórica muy complicada. Ellos, asegurando que su único Rey era Jesucristo, se ganaron el odio de los gobernantes de entonces quienes veían en ellos a un grupo de rebeldes sin causa.
Estos son algunos testimonios que nos muestran lo grande que era su amor por Cristo en medio del martirio. Todo un ejemplo para nosotros.
Santa Perpetua (Año 203)
Perpetua era una madre rica de 22 años que fue capturada mientras se encontraba en Misa y luego fue encarcelada por negarse a adorar a falsos dioses. Ya en prisión, su padre, que no era cristiano, trató de convencerla de que adorara a los falsos dioses y pueda salvar su vida, pero ella mirando una bandeja le contestó: “A esa vasija hay que llamarla bandeja, y no pocillo ni cuchara, porque es una bandeja. Y yo que soy cristiana, no me puedo llamar pagana, ni de ninguna otra religión, porque soy cristiana y lo quiero ser para siempre“. Luego de tan valiente afirmación fue llevada al circo romano donde una vaca le clavó sus cuernos y luego fue decapitada.
San Policarpo (Año 155)
Fue obispo de Esmirna y discípulo del apóstol San Juan. Luego de capturarlo, lo llevaron ante el procónsul quien quería obligarle a renegar de su fe. Para esto el procónsul amenazó con lanzarlo a los leónes, pero al ver que estos no le asustaban propuso quemarlo vivo. Policarpo respondió: “Me amenazas con un fuego que dura una hora, y luego se apaga y te olvidas del juicio venidero y del fuego eterno, en el que arderán para siempre los impíos. ¿Pero a qué tantas palabras? Ejecuta pronto en mi tu voluntad, y si hallas un nuevo género de suplicio, estrénalo en mi”.
Entonces fue lanzado al fuego donde pronunció esta oración: “Oh, Señor, Dios de los Ángeles y de los Arcángeles, nuestra resurrección y precio de nuestro pecado, rector de todo el universo y amparo de los justos: gracias te doy porque me has tenido por digno de padecer martirio por ti, para que de este modo perciba mi corona y comience el martirio por Jesucristo en unidad del Espíritu Santo; y así, acabado hoy mi sacrificio, veas cumplidas tus promesas. Seas, pues bendito y eternamente glorificado por Jesucristo Pontífice omnipotente y eterno, y todo os sea dado con él y el Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén”
San Justino (Año 165)
Fue capturado por el prefecto Rústico, quien pretendía que los cristianos hicieran sacrificios a dioses paganos. Durante su juicio fue duramente amenazado por el prefecto, pero Justino respondió: “Si sufro eso que tú dices, espero alcanzar los dones de Dios; y sé, además, que a todos los que hayan vivido rectamente, les espera la dádiva divina hasta la conflagración de todo el mundo […] Nuestro más ardiente deseo es sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo para salvarnos, pues este sufrimiento se nos convertirá en motivo de salvación y confianza ante el tremendo y universal tribunal de nuestro Señor y Salvador.” Luego fue decapitado.
Santa Crispina (Año 304)
Ella era una mujer de buena posición económica en esa época. Al aceptar la fe en Jesucristo fue capturada y obligada a adorar a falsos dioses, pero ella nunca aceptó. Durante su juicio ella dijo a sus captores: “Ya te he dicho varias veces que estoy dispuesta a sufrir los tormentos a que quieras someterme, antes que manchar mi alma en esos ídolos, que son pura piedra, obras de mano de hombre […] Mi Dios, que es y permanece para siempre, Él me mandó nacer, Él me dio la salud por el agua saludable del bautismo, Él está en mí, ayudándome y confortando a su esclava, a fin de que no cometa yo el sacrilegio de adorar a los ídolos.” Luego fue decapitada.
San Esteban
Fue uno de los 7 diáconos escogidos por los apóstoles y también el primer mártir de la Iglesia. Fue acusado de blasfemia contra Moisés y contra Dios y por tal motivo fue apedreado. Mientras esto ocurría, tres frases salieron de su boca: “Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”, “Señor Jesús, recibe mi espíritu” y “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”.