Mariano fue un médico español con una vida sorprendente. Este beato vivió brindando atención médica a los pobres y prestó ayuda a aquellos que lo necesitaban incluso poco antes de morir por su fe.

Mariano Mullerat i Soldevila nació el 24 de marzo de 1897 en Tarragona (España). Se graduó de Medicina en Barcelona en 1921, y un año después, junto a su esposa Dolors Sans i Bové, se estableció en Arbeca, donde abrió su consultorio y comenzó a atender gratuitamente a los pobres de las ciudades cercanas.

Este joven médico animaba a los enfermos graves a recibir los sacramentos tan a menudo como fuera posible, y se aseguraba de que estas personas tuvieran comida y medicinas. Amaba mucho a sus pacientes y, a veces, cuando la familia era pobre, dejaba dinero debajo de la almohada.

En 1923, Mariano fundó el periódico local en catalán “L'Escut”, medio que utilizaba para defender la fe contra el secularismo. Sin pertenecer a ningún partido político, fue elegido alcalde de Arbeca en 1924. Durante su mandato, el Sagrado Corazón de Jesús tenía un lugar de honor en el Ayuntamiento, y el clero y la Iglesia eran defendidos.

Al proclamarse la Segunda República en España, Mullerat era consciente del peligro que corría por su fe. Por eso, según recoge su biografía oficial, "se fue preparando para lo que presentía que le iba a ocurrir, y ya desatada la persecución, arriesgó la vida y se mantuvo generosamente al lado de sus enfermos".

En 1936, estalló la Guerra Civil en el país, sacerdotes, religiosos y laicos fueron asesinados. Los soldados llegaron a Arbeca a principios de agosto, sin embargo, Mullerat se negó a abandonar el pueblo. 

La mañana del 13 de agosto de 1936, los milicianos del bando republicano ingresaron con violencia a su casa y arrojaron por el balcón objetos religiosos y les prendieron fuego. Mullerat fue detenido y pidió a su esposa: "Dolors, perdónalos como yo los perdono".

Durante su traslado al lugar de su ejecución, una mujer detuvo el camión porque su hijo estaba enfermo. El niño fue llevado al Dr. Mullerat, quien lo examinó, le recetó medicamentos y tranquilizó a la madre. El padre del niño era un miliciano.

Además, Mullerat, al notar que uno de los hombres que lo detuvieron estaba herido, pidió poder examinarlo. Lo vendo y le indicó cómo cuidar la herida. ¡El último beneficiado de su carrera médica fue uno de sus verdugos!

Luego de su muerte, un testigo informó a su esposa que sus últimas palabras fueron: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".

El 23 de marzo de 2019 Mullerat fue beatificado, durante la ceremonia, el Papa Francisco señaló que este médico es "un ejemplo para nosotros, que tanto nos cuesta perdonar”.

“Que interceda por nosotros y que nos ayude a recorrer el camino del amor y de la fraternidad a pesar de las dificultades y de las tribulaciones", agregó.

¡Beato Mariano, ruega por nosotros!

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