La cuestión del celibato sacerdotal y la existencia de sacerdotes casados en la Iglesia es un tema que muchas veces confunde y genera dudas. ¿Por qué algunos tienen familia si la regla es el celibato?

Antes de hablar de los sacerdotes casados es conveniente precisar algunos aspectos del celibato sacerdotal.

El celibato en la Iglesia Católica

A diferencia de muchas otras cuestiones, el celibato no es un dogma, es decir, que no es una verdad de Fe sino una disposición disciplinaria que se remonta los orígenes del cristianismo.

En el decreto Presbyterorum Ordinis, del Concilio Vaticano II, se afirma que el celibato no está exigido “por la naturaleza misma del sacerdocio” (Inciso 16) . Esto significa que el sacerdocio no está estrictamente unido a la continencia.

Sin embargo, la práctica del celibato en el clero es de muy antigua tradición y la Iglesia encuentra recomendable mantener esta disposición por tres razones expresadas en la Encíclica Sacerdotalis Caelibatus del Papa San Pablo VI.

Las razones del celibato

Por un  principio cristológico, ya que Cristo, constituido mediador entre el cielo y la tierra, entre el Padre y el género humano, fue virgen. De esta manera se muestra su dedicación total al servicio de Dios y de los hombres.

El celibato también tiene una dimensión eclesiológica, por la cual, el sacerdote que asume la práctica de la continencia realiza más plenamente la unidad y la armonía de su vida sacerdotal por su total entrega a Cristo y su Iglesia. Además, desde un punto de vista práctico, el celibato le garantiza claramente una mayor libertad y disponibilidad en el ministerio pastoral.

Finalmente, por un principio escatológico, por el cual la práctica del celibato muestra en esta vida por adelantado cómo será el nuevo mundo después de la resurrección de la carne. En palabras de San Mateo: “En la resurrección ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que todos serán como ángeles en el cielo” (Mt 22, 30).

¿Por qué la Iglesia Católica mantiene el celibato y las iglesias orientales no?

En las Iglesias Orientales -principalmente ortodoxas-, un hombre casado puede ordenarse sacerdote (pero no casarse después de ordenado). Los obispos deben guardar la continencia al igual que en la Iglesia Católica.

Sin embargo, desde los primeros tiempos que se remontan al Papa San Clemente Romano o San Ignacio de Antioquía (siglo I y II), pasando por el Concilio de Elvira (siglo IV) o los Concilios Africanos (siglo V); el celibato fue una disposición practicada y valorada en el clero latino, tanto para obispos como para sacerdotes y diáconos.

¿Y porqué existen sacerdotes casados y con hijos en la Iglesia Católica?

Como se ha mencionado anteriormente, el celibato no es un mandato de Cristo. Sin embargo, sí es una práctica que la Iglesia considera espiritualmente superior (por las razones expuestas). Por eso, y porque es una tradición de larga data en la Iglesia Católica, lo sigue manteniendo como condición para la ordenación sacerdotal.

Sin embargo, la Iglesia también afirma que puede “permitir el estudio de las particulares condiciones de los ministros sagrados casados, pertenecientes a Iglesias o comunidades cristianas todavía separadas de la comunión católica, quienes, deseando dar su adhesión a la plenitud de esta comunión y ejercitar en ella su sagrado ministerio, fuesen admitidos a las funciones sacerdotales; pero en condiciones que no causen perjuicio a la disciplina vigente sobre el sagrado celibato” (Sacerdotalis Caelibatus, Inciso 42).

Todo esto si los sacerdotes están casados antes de ordenarse en la Iglesia Católica. Después de la ordenación no pueden casarse y tampoco pueden volver a hacerlo si enviudan.

¿Cuáles son las excepciones?

Las comunidades que están exentas del celibato sacerdotal son los cristianos maronitas, los coptos egipcios, la Iglesia greco-católica de Ucrania y los sacerdotes que se incorporan del anglicanismo.

Esperamos que esta información te sirva para aclara tus dudas.

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