El Papa San Pablo VI fue uno de los Papa más importantes del siglo XX. En su pontificado, que duró desde 1963 a 1978, escribió la importantísima Carta Encíclica Humanae Vitae, un documento clave para la defensa de la vida desde el preciso momento de la concepción y el rechazo del control artificial de la natalidad.

Este documento orienta la política provida -y antiabortista- que la Iglesia Católica defiende con tanto empeño frente a un mundo que desprecia de forma creciente la vida de los niños en el vientre.

Pero lo más sorprendente, por voluntad de la Divina Providencia, es que los dos milagros que convirtieron en santo a San Pablo VI fueron curaciones de bebés en el vientre materno. ¡Auténticos milagros provida!

Los milagros provida que convirtieron en santo al Papa Pablo VI

El primer milagro comprobado de San Juan Pablo VI ocurrió a mediados de la década del 1990 en California, Estados Unidos. Una madre estaba embarazada pero se detectó una malformación en el feto que resultaría en un daño cerebral. Los médicos le aconsejaron a la mujer que abortara, pero ella se negó y decidió rezarle a San Pablo VI porque había escrito aquella encíclica que defendía la vida.

Pues, contra todos los pronósticos médicos, el niño nació sin ningún defecto. Entonces las autoridades eclesiásticas esperaron a que el pequeño llegara a la pubertad para evaluar que no hubiera consecuencias posteriores. Hoy en día está sano y salvo, y su testimonio convirtió a San Pablo VI en beato en 2014.

Ese mismo año, el de la beatificación, ocurrió el segundo milagro que lo convirtió en santo. Otra mujer embarazada, Vanna Pironato, tuvo una terrible complicación. La placenta se rompió a las 13 semanas y 3 días.

Nuevamente los médicos le recomendaron que abortara por la incompatibilidad que suponía la vida del feto sin el líquido amniótico. Sin embargo, Vanna no se rindió y fue a pedir la intercesión de San Pablo VI. Para ello eligió en el Santuario de la Virgen de las Gracias ubicado en Brescia.

Luego de encomendar la vida de su pequeña al entonces beato, la mujer se sometió a una compleja intervención para salvarla.

Pese a todos los pronósticos desfavorables, Amanda -así fue su nombre- nació el 25 de diciembre 2014 con apenas 24 semanas y 4 días de gestación. ¡El mismísimo día de la Navidad!

Fue puesta trasladada a terapia intensiva, entubada y puesta en una incubadora. Entonces sobrevivió y se convirtió en una niña sana y fuerte. Este milagro reconocido por la Iglesia convirtió al Papa Pablo VI en santo en 2018.

¡San Juan Pablo VI, ruega por nosotros!

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