La certeza sobre la existencia de Jesús es prácticamente indiscutible. Existe un amplio consenso entre los historiadores –católicos y no confesionales- que reconoce que una persona llamada “Cristo” nació en tiempos de Herodes El Grande y murió crucificado en tiempos de Herodes Antipas bajo la autoridad de Poncio Pilato. Todo ello en la provincia romana de Judea.
El interés por comprobar la existencia de Jesús surgió en el siglo XVIII y la iniciativa se conoció como la “búsqueda del Jesús histórico”. A partir de ese momento, cada tanto algún académico retoma la cuestión e intenta reavivar el debate.
Los principales documentos históricos para conocer la vida de Cristo son los Evangelios, surgidos en el seno de la Iglesia– a los que podrían agregarse los testimonios de los primeros Padres de la Iglesia. No obstante, varios escritores antiguos nos brindan datos muy importantes sobre su existencia.
Se trata de tres autores romanos y uno judío. Cada uno de ellos confirma la existencia de Jesús y lo ubican en tiempo y espacio. Aquí van sus relatos.
Plinio el Joven
Era gobernador de la provincia romana de Bitinia, actual Turquía. Escribe al emperador romano Trajano en 112 d.C. sobre la forma de implementar la persecución a los cristianos:
“A los que pertenece un gran número de gentes de toda condición, edad y sexo, se reúnen un día determinado antes de salir el sol, tributan a Cristo adoración cultual como a un Dios”.
Esta breve cita señala que, a casi ocho décadas de la muerte de Jesús, había creyentes de regiones alejadas de Judea que ya afirmaban su existencia.
Tácito
Fue un historiador romano que vivió entre 55 d. C. y 120 d.C.. Hacia 115 y 117 d. C. escribe en su Annales sobre el incendio de Roma del año 64 d.C que motivó la persecución de Nerón. Aparentemente se responsabilizaba al propio emperador por lo sucedido, como resultado:
“Para hacer cesar esta voz, presentó como reos y atormentó con penas refinadas a aquellos que, despreciados por su abominaciones, eran conocidos por el vulgo con el nombre de cristianos”
Luego continúa: “Este nombre les venía de Cristo, el cual, bajo el reino de Tiberio, fue condenado a muerte por el procurador Poncio Pilato”.
Este historiador sitúa claramente la existencia de Jesús con datos similares a los que brinda el Evangelio de san Lucas (Lc. 3, 1-2)
Suetonio
Este fue otro historiador romano que vivió entre 75 d.C. y 160 d.C.. Cuando escribe hacia el año 120 d. C. la vida de los emperadores romanos menciona que el emperador Claudio “expulsó de Roma a los judíos por los constantes disturbios que provocaban a causa de un tal Cristo”.
Más allá de la confusión entre judíos y cristianos, la importancia de este testimonio es que esta expulsión se menciona en los Hechos de los Apóstoles (Hc. 18, 2). Sirve para mostrar que documentos de diferente origen afirman los mismos sucesos.
Flavio Josefo
Era un historiador judío que escribió una conocida obra intitulada Antigüedades Judáicas entre los años 93-94 d.C.. Allí alude a la existencia de Jesús en dos ocasiones:
“Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, si es lícito llamarlo hombre, porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y muchos gentiles. Era el Cristo. Delatado por los principales de los judíos, Pilatos lo condenó a la crucifixión”.
Más adelante indica:
“Por haber muerto Festo y encontrarse Albino todavía en camino, [se] instituyó un consejo de jueces, y tras presentar ante él al hermano de Jesús el llamado Cristo, de nombre Santiago, y a algunos otros, presentó contra ellos la falsa acusación de que habían transgredido la Ley y, así los entregó a la plebe para que fueran lapidados”.
Ambas frases de este historiador judío nos dan información muy importante sobre la vida de Cristo, muy cercana en el tiempo y el espacio a los hechos.