El capellán de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) P. Roger Landry explicó por qué la Iglesia Católica no aprueba el tratamiento de fertilidad conocido como fecundación in vitro (FIV) o fecundación artificial.

A inicios de febrero, la Corte Suprema de Alabama estableció que los embriones congelados son considerados niños no nacidos, un fallo que ha causado reacciones a favor y en contra entre los ciudadanos, pues esta decisión compromete tratamientos de fertilidad asistida como la fecundación in vitro.

¿Qué detalles deberíamos considerar para tomar una posición frente a este tema?

En un artículo publicado en National Catholic Register, el sacerdote Roger Landry explicó las razones de la oposición de la Iglesia Católica a la llamada fecundación artificial o in vitro.

"Desde 1978, cuando nació la primera niña concebida mediante fecundación in vitro, Louise Brown, la Iglesia Católica ha sido muy clara sobre los numerosos problemas éticos que deben tenerse en cuenta", explicó el P. Landry.
“Aunque la Iglesia confirma la humanidad de cada bebé, sin importar cómo fue concebido; elogia el deseo de los padres de tener hijos y reconoce compasivamente el enorme sufrimiento de quienes luchan contra la infertilidad, la Iglesia insiste en que los niños son siempre un regalo divino, no un bien al que los padres tienen derecho”.

Para el sacerdote, La Iglesia Católica ha sido una "voz en el desierto" sobre los desafíos morales de la fecundación in vitro y estas son 13 razones por las que no ha cambiado su oposición:

1. En la fecundación in vitro, los niños no son engendrados sino fabricados.

2. Los hombres deben masturbarse para obtener el esperma necesario para la inseminación en el laboratorio.

3. Las mujeres no son fecundadas por un esposo, sino por un técnico con una pipeta.

4. Debido a los costos y al dolor asociado con la obtención de óvulos, se crean embriones en exceso, algunos de los cuales se implantan, otros se congelan y otros se destruyen.

5. Con frecuencia se realiza un diagnóstico genético preimplantacional para segregar los embriones según su sexo u otras cualidades.

6. Si todos los embriones implantados tienen éxito, a menudo se selecciona y aborta uno o más.

7. El proceso fomenta la donación de esperma y óvulos, y la ley a menudo impide que los niños concebidos descubran la identidad de sus padres biológicos.

8. Permite que los médicos usen su propio esperma y sean padres de cientos de niños.

9. Promueve la industria de la gestación subrogada (vientres de alquiler), que explota a mujeres pobres e impulsa la trata de personas.

10. Permite situaciones en las que los bebés concebidos llegan tener múltiples pedidos de paternidad, desde la madre que dio el óvulo, el padre que dio el esperma, la madre que llevó la gestación subrogada, los padres o madres legales, y, con nuevas técnicas para la manipulación de óvulos, incluso combinaciones más extrañas.

11. Produce lo que el Vaticano ha llamado el "destino absurdo" de enormes orfanatos criogénicos.

12. Permite el desarrollo de investigaciones embrionarias destructivas, donde los seres humanos son tratados como material de experimentación médica.

13. Debido a su carácter lucrativo y prominencia, esta práctica dificulta en gran medida la investigación ética para abordar las causas morfológicas y endocrinológicas subyacentes de la infertilidad que podrían ser solucionadas con una mayor inversión.

“La lógica ética y legal de la decisión de la Corte Suprema de Alabama es simple y clara. Reconoce la humanidad del embrión humano y aplica las protecciones que la ley y la Constitución de Alabama tiene para los niños no nacidos”, indicó el P. Landry.
El sacerdote considera que “la decisión de la Corte Suprema de Alabama, independientemente de su impacto legal a largo plazo, ha iniciado una conversación muy necesaria. Los católicos deben tener el coraje de hablar al respecto”.
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