Los primeros cristianos vivieron una situación histórica muy complicada. Ellos, convencidos de que Jesús era su único Rey y Señor, fueron odiados por los gobernantes que los veían como un grupo de rebeldes sin causa.

Sus últimas palabras dan testimonio de cuán grande era el amor de estos santos por Dios. Son un gran ejemplo para nosotros.

Santa Perpetua

“Yo soy una cristiana, yo no me puedo llamar pagana o de cualquier otra religión, porque yo soy un cristiana y así quiero ser siempre”.

San Policarpo

“… por eso te alabo también por todas las cosas, te bendigo, te doy gloria por medio del pontífice eterno Jesucristo tu Hijo predilecto, y por su medio sea la gloria a Ti en unión con Él en el Espíritu Santo ahora y siempre en los siglos venideros, amén”.

San Justino

“Nuestro deseo más ardiente es sufrir por amor a nuestro Señor Jesucristo, para salvarnos, pues este sufrimiento nos convertirá en razón de la salvación y la confianza frente a la tremenda y universal tribunal de nuestro Señor y Salvador”.

Santa Crispina

“Mi Dios, quien es y permanece para siempre, me envió a nacer, me dio una buena salud a través del agua saludable de bautismo. Él está en mí, ayudándome tranquilizando a su esclava. Por esto yo no hago el sacrilegio de adorar a los ídolos”.

San Esteban

Estas fueron tres frases que salieron de su boca:  “Veo el cielo abierto y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios”, “Señor Jesús, recibe mi espíritu” y “Señor, usted no tiene ninguna cuenta de este pecado”.

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