Cuando la Sagrada Escritura nos habla del amor lo hace para ayudarnos en nuestra santificación. Así que si nos topamos con historias románticas ni es relleno, ni es algo menos importante que el resto. Ya sea tu vocación el matrimonio o la vida consagrada, cada una de estas historias te puede dar más luces sobre cómo crecer espiritualmente.

1) Adán y Eva

La primera de pareja del mundo no fue perfecta, sin embargo, hay un dato muy importante que ocurrió aún antes de que Eva fuera creada. Adán no tenía a nadie semejante a él para compartir su vida, pero Dios hizo que cayera en un sueño profundo y de sus sueños formó a Eva.

Esto nos enseña que en el amor debemos ser pacientes y esperar a la persona adecuada. No debemos forzar una relación solo porque creemos que está dentro de la voluntad de Dios. De la misma manera en que Dios creó una pareja especial para Adán, Él tiene a una persona preparada para cada uno, y tan solo debemos confiar en que todo llegará en su tiempo..

2) Abraham y Sara

Hay un enlace fuerte y afectuoso entre Abraham y Sara. Él no la abandonó después de sus largos años de esterilidad, y es solo por la presión de Sara que Abraham tomó a  Agar como esposa sustituta. Los lazos de amor entre Abraham y Sara eran fuertes. Ellos tenían años de casados, pero sin hijos.

En aquel tiempo, no tener descendencia era considerado casi una maldición; sin embargo, Abraham y Sara mostraron fidelidad el uno al otro y también hacia Dios. Esto fue recompensado cuando Dios les mostró que tenía un propósito para ambos.

En la actualidad ocurre lo mismo, cuando dos personas se casan, se convierten en uno solo y Dios los usa de manera individual pero también como un equipo. Por eso es importante tener a Nuestro Señor centro de nuestras vidas, para que su amor se muestre en lo personal y conyugal.

3) Isaac y rebeca

Isaac se encuentra deprimido por la muerte de su madre y su padre busca para él una buena esposa tomada de su parentela. Abraham, el padre de Isaac, envió a un siervo suyo a buscar entre sus parientes a una mujer que pueda casarse con su hijo.

Cuando el hombre se detuvo con sus camellos en un pozo, le pidió a Dios una señal para descubrir a la mujer que Dios había preparado para Isaac y entonces apareció Rebeca, que le dio de beber a él y sus camellos.

Cuando se conocieron, Isaac y Rebeca tuvieron un amor santo, porque hicieron la voluntad de Dios. Ambos jóvenes conocieron a Dios en la fe de su familia. Sus familias conocían a Dios y vivieron buscando cumplir su voluntad a diario. Su temor por Dios creó las condiciones necesarias para que pudieran ser felices juntos. ¡Cuán importante es que las familias sean santas! Habrian muchos buenos matrimonios, y muchas santas vocaciones religiosas.

4) Jacob y Raquel

Los tiempos han cambiado y actualmente ya no se requiere que el hombre trabaje para ganarse la mano de su prometida. No obstante, Jacob tuvo que trabajar el doble para poder casarse con Raquel. Nota el cuadro del impulsivo Jacob con la cálida respuesta de Raquel.

Fuera del Cantar de los Cantares, no hay otro ejemplo en la Escritura de un hombre y una mujer que se besan, ciertamente no antes del casamiento. Y si recordamos que Dios es el autor de la Escritura, y por su inspiración se escribió el libro del Génesis, vemos que Dios es un romántico, porque incluye en la Biblia esta historia de amor y este beso.

Un dicho popular dice “solo de amor no se vive” y esta historia demuestra que quien ama también provee. Las parejas son un equipo que necesita trabajar en conjunto para su mantenimiento, tanto económico como espiritual

5) Oseas y Gomer

La historia que más se asemeja al amor de Dios por los hombres es la de Oseas y Gomer. Oseas demostró amor incondicional por Gomer pese a todas las circunstancias y las actitudes de ella.

Si bien resulta casi irreal pensar en que se puede amar de esa manera en la actualidad, debemos recordar que Dios sí nos ama así cada día. Él nos trata de acuerdo a su amor y no a nuestros actos.

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