El beato Pier Giorgio Frassati es muy conocido por su devoción a la Virgen y su servicio a los más pobres, sin embargo también sufrió por amor y su historia dejó un valioso mensaje sobre el verdadero amor cristiano.

“Ella es a quien amé con un amor puro”

Pier Giorgio narró sus dolores de corazón a sus amigos a través de varias cartas entre 1924 y 1925, en las que cuenta su amor por Laura Hidalgo, una joven que perdió a sus padres y tuvo que cuidar a su hermano menor.

Según indica FrassatiUSA, un grupo que promueve la canonización de Pier Giorgio, el joven conoció a Laura en Little Saint Bernard, donde solía ir a esquiar, durante la primavera de 1923. Ella era miembro del club católico de estudiantes universitarias llamado “Gaetana Agnesi”, y pronto se volvió amiga de Pier Giorgio.

Es en 1924, cuando confiesa sus sentimientos por Laura a su hermana Luciana. Vino “con sus grandes ojos negros y me dijo que estaba enamorado de una chica que conozco”, recordó Luciana.

Lamentablemente, la relación de los padres de Pier Giorgio era complicada y se encontraban al borde de la separación, por lo que, el joven decidió no revelar sus sentimientos para no crear más dramas familiares.

Pier Giorgio era de una familia adinerada, y temía que sus padres no aprobaran a Laura por no ser del mismo estatus social que la familia Frassati.

“Estoy leyendo la novela de Italo Mario Angeloni, Ho Amato Cosi, en la que escribe en la primera parte sobre su amor por una mujer andaluza, y créeme, me conmueve porque es como mi historia de amor. Yo también he amado así, solo que en la novela es la chica andaluza la que se sacrifica, mientras que, en mi caso, yo seré el sacrificado, porque eso es lo que Dios quiere”, escribió Pier Giorgio en una carta a su amigo Isidoro Bonini.

FrassatiUSA resalta que Pier Giorgio “no solo no dijo nada a Laura acerca de sus sentimientos, sino que ni siquiera los insinuó”.

Sin embargo, en las cartas a sus amigos, expresó lo doloroso que fue tomar esa decisión, especialmente cuando su hermana contrajo matrimonio en 1925, mientras él estaba “sacrificando la idea de una relación que podría haberle traído mucha alegría”.

“Ella es a quien amé con un amor puro y hoy, al renunciar a ello, deseo su felicidad. Te insto a que ores para que Dios me dé la fortaleza cristiana para soportar con serenidad y que le brinde a ella toda la felicidad terrenal y la fuerza para alcanzar la meta para la cual fuimos creados... Así ella siempre será para mí una buena amiga que, al conocerla en los años más peligrosos de mi vida, me habrá ayudado a mantenerme en el camino correcto hacia la meta”, indicó Pier Giorgio.

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