La respuesta es sí, la Iglesia es santa aunque nosotros, sus miembros, seamos pecadores. El célebre teólogo Yves Congar explica de forma sencilla cómo es posible esta realidad.

Esta es una pregunta que, con seguridad, todos los católicos no hemos hecho en algún momento. Más aún, muchas veces los enemigos de la Iglesia utilizan este argumento para atacar nuestra fe.

Pero primero hay que hacer una pequeña observación sobre el mal en esta institución humano divina. Sucede con frecuencia que algún medio de comunicación toma casos escandalosos (esto no lo vamos a negar) de miembros de la Iglesia y los amplifica.

Por supuesto que no está mal informar con responsabilidad, pero esta atención desmedida puede darnos una falsa percepción de lo que en verdad es la Iglesia.

Aquí va un ejemplo sencillo que nos ayuda a comprenderlo: ¿cuántos aviones llegan diariamente a destino y cuántos de ellos se estrellan? Y sin embargo, ¿cuál de ellos es la noticia?

Esta pregunta nos ayuda a entender que, muchas veces, lo que reflejan los medios de comunicación puede ser cierto pero no representativo. Esto es perfectamente aplicable a los escándalos que sacuden a la Nave de Pedro.

¿En qué sentido es santa?

Retomemos la cuestión de la santidad y la pregunta inicial: ¿Puede ser santa una institución con pecadores? Decíamos que sí, y la distinción está dada, según Yves Congar, por la diferencia entre la santidad en y la santidad de la Iglesia.

Según el teólogo, la Iglesia es una creación del Espíritu Santo y su vida le viene de la animación que recibe de Él. No es, a semejanza de una sociedad humana, un conjunto que resulta de la suma de todos los creyentes individuales, de sus esfuerzos y actividades.

Esto significa que hay un elemento divino que caracteriza a esta institución y la hace santa más allá de cómo obren las personas particulares.

La santidad de la Iglesia

Cuando se habla de esta forma de santidad, se afirma, en principio, que la Iglesia es santa en su origen, porque es santo su Fundador, Cristo, y también es santo su principio vital, el Espíritu Santo.

Es santa en su fin, que es la gloria de Dios y la salvación y santificación del ser humano. Además, también lo es en sus medios, es decir, en sus artículos de fe, preceptos y consejos morales, sacramentos y sacramentales.

Por último, la Iglesia es santa en sus frutos, porque son santos muchos de sus miembros. Pero este es el tema que sigue.

La santidad en la Iglesia

Este tipo de santidad refiere a la posesión del estado de gracia de cada persona, y significa que la santidad en la Iglesia es propia de cada uno de sus miembros, de la relación personal que establece con Dios.

Por esta razón, en sus dos mil años de historia, la Nave de Pedro ha visto surgir grandes santos pero también grandes pecadores que escandalizaron (y escandalizan) a los fieles. Y sin embargo, puede decirse que la Iglesia es santa.

¡La Iglesia es santa y nos brinda los medios para que nosotros seamos santos también!

[Ver: ¿Cómo invocaba San Agustín de Hipona a la Santísima Trinidad?]

[Ver: ¿Los católicos realmente adoramos a la cruz?]

Comparte