Por Steven Neira:
El “Caso Galileo” es posiblemente una de las Leyendas Negras más distorsionadas de la Historia de la Iglesia –, sin restarle puesto a la Inquisición y a las Cruzadas, sin embargo normalmente suele prestarse para bandera de batalla de ciertos ateíllos con ocasión de oponer la fe a la razón o la Iglesia a la ciencia, sin embargo la realidad de los hechos dista mucho de la fantasía de los mitos. Recuerdo que incluso yo en mi época de haber abrazado el ateísmo, jamás llegué a aceptar posturas descabelladas como que “Galileo murió quemado por la Inquisición” o que “La Iglesia malvada buscaba dejarnos a todos ignorantes para ensanchar su oculto capital”… sencillamente trataba de ser lo más objetivo posible, sobre todo en temas históricos, lo que – por gracia de Dios – me trajo de vuelta al seno de la Iglesia de Cristo.
Primero que nada, por puro placer personal, quisiera desmitificar la frase histórica y de batalla “Eppur si muove!”, supuestamente pronunciada por Galileo ante el Tribunal de la Santa Inquisición. Lastimosamente debo informar que ésta es una frase inventada en Londres en 1757 por Giuseppe Baretti, un periodista. El verdadero Galileo – no el del mito – al finalizar el juicio del Tribunal, agradeció a los diez cardenales por una pena tan moderada, debido a que el mismo fue consciente de haber fastidiado lo suficiente al Tribunal tratando de engañarlo, sobre todo porque entre ellos había hombres de ciencia de su misma envergadura.
¡Galileo! ¿Dónde están las pruebas?
Durante los cuatro días de duración del juicio que estaba compuesto de largas y sendas discusiones, el pisano aportó nada más y nada menos que UNargumento para fundamentar su teoría de que la Tierra y los demás planetas giraban alrededor del Sol… argumento que dicho sea de paso era incorrecto, por lo que primero quisiera presentar distintos errores científicos de Galileo que afectaron su credibilidad y su participación durante el Tribunal:
- Durante el Tribunal, la única argumentación que Galileo tenía era que la Tierra giraba alrededor del Sol, debido a que se comprobaba por las mareas, que eran provocadas – según él – por lasacudida de las aguas a causa del movimiento de la Tierra. Una postura evidentemente ridícula, a la que sus jueces-colegas opusieron otra, que era la correcta (el flujo y reflujo del mar se debe a la atracción de la Luna).
- En 1618 habían aparecido unos cometas en el cielo. Ante este fenómeno, Galileo insistió en que eran ilusiones ópticas, arremetiendo duramente contra los astrónomos jesuitas del observatorio romano, quienes afirmaban que eran objetos celestes reales.
- Luego volvería a equivocarse afirmando que el Sol se mantenía fijo e inmóvil, cuando éste en realidad también se movía en torno al centro de la Galaxia.
Tanto tú, como Galileo y como yo, hubiésemos sido un fracaso frente a este Tribunal de talla titánica – teológica y científicamente hablando – si tratásemos de justificar una teoría científica (posterior a haber arremetido contra las Sagradas Escrituras) basándonos en un argumento, y de paso, incorrecto.
Las “torturas crueles” y la “hoguera”
Galileo no pasó ni un segundo en la cárcel y no sufrió ningún tipo de violencia física, es más, durante su traslado a Roma – para el proceso – fue alojado en una vivienda (a cargo de la Santa Sede) de cinco habitaciones con vistas a los jardines del Vaticano y con servidor personal incluido. Nunca se le prohibió continuar con su trabajo y sus investigaciones y mucho menos se le prohibió que reciba visitas.
Al final de su vida, escribió con verdad – y para el asombro y frustración de quienes le tienen fobia a la Iglesia –:
“En todas mis obras no habrá quien pueda encontrar la más mínima sombra de algo que recusar de la piedad y reverencia de la Santa Iglesia”
Luego de ello, murió a los setenta y ocho años, en su cama, con la indulgencia plenaria y la bendición del Papa, y una de sus hijas – monja – tomó su última palabra: “Jesús”.
“¡Sed hombres de ciencia, no queráis hacer de teólogos!” (Agostino Gemelli)
Uno de los principales errores de Galileo, que ciertamente despertaron el enfado del Tribunal, fue el haber tenido una interpretación científica – y literal – de las Sagradas Escrituras, específicamente en el libro de Josué, donde el Sol es detenido (Josué 10, 12-13), en donde el pisano interpretó (arbitrariamente) que las Sagradas Escrituras afirmaban el sistema ptolemaico, por lo que sugería se cambiase el texto bíblico porque tenía errores científicos. Ésta afirmación, y la intransigencia en su postura fue lo que le llevaron con mayor vehemencia a un juicio ante el Tribunal. Ciertamente, el pisano se escandalizaría de saber que hay muchos otros “errores científicos” en las Sagradas Escrituras… de lo que solo descubrimos un pequeño detalle: “El propósito del Espíritu Santo, al inspirar la Biblia, era enseñarnos cómo se va al Cielo, y no cómo va el Cielo” (Cardenal Baronio, historiador italiano).
Conclusión
Para mi es una verdadera paradoja que ésta y otras Leyendas Negras sigan cayendo sobre la Iglesia, cuando existen afirmaciones más interesantes como aquella de Lutero, quien siempre estuvo en contra de la tesis de Copernico: “La gente le presta oídos a un astrólogo improvisado, que trata de demostrar en cualquier modo que no gira el Cielo, sino la Tierra. Para ostentar inteligencia, basta con inventar algo y darlo por cierto” o también – y muy interesante – aquella que dice que: “Se colocaría fuera del cristianismo quien afirmara que la Tierra tiene más de seis mil años”.
Y es que, siendo que la Biblia no es como el Corán – que no admite interpretación alguna – necesita que se interprete dentro del contexto y con la autoridad que le fue conferida propiamente a la Iglesia y no a Galileo y menos a Lutero.
Finalmente, la primera prueba experimental que se tuvo sobre la rotación de la Tierra fue casi un siglo después del juicio de Galileo, en 1748. Y para poder “ver” esta rotación, habrá que esperar hasta 1851, con el péndulo de Foucalt.
Tomado originalmente del blog de Steven Neira