Santa Teresa de Ávila no solo tuvo devoción a este santo, sino que lo conoció en persona y tuvo una importante relación con él.
Su nombre fue San Pedro de Alcántara. Nació en España en 1499 y lo bautizaron llamándolo Juan de Garavito y Vilela de Sanabria. Perteneció a la orden franciscana.
Fue monje a los 16 años e ingresó al convento de San Pedro de los Majarretes. Y a los 61 años se convirtió en el mismísimo consejero espiritual de Santa Teresa de Ávila.
Él la impulsó a reformar la orden carmelita y fundar el convento de San José de Ávila. Ella lo recordó en sus escritos como un “santo hombre y de gran espíritu”.
No bastando con esto, ella indicó que dicho santo se le parecía en sus visiones espirituales estando ya muerto.
Ella tomaba esto como un signo que San Pedro de Alcántara seguía guiando desde el cielo. Ya que, desde antes de su muerte, ella admiró y siguió su estilo de vida monacal.
San Pedro murió el 18 de octubre de 1562 después de una grave enfermedad. Al morir gritó: “¡Que alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”!”.