El célebre sacerdote exorcista José Antonio Fortea escribió un artículo en su blog en el cual explicó los aspectos positivos de celebrar la Misa cara al pueblo, es decir, que el sacerdote mire hacia los fieles.

Actualmente, existen dos formas de celebrar la liturgia en el Rito Latino: una forma ordinaria y otra extraordinaria.

A la forma ordinaria -y más popular en el presente- se la conoce como “Novus ordo”. Es la misa a la que estamos más habituados, que se celebra con el sacerdote de cara a la comunidad y en legua vernácula (de cada país). Esta forma de celebración se deprende de las reformas litúrgicas establecidas en el Concilio Vaticano II. 

No obstante, a pesar de estos cambios, permaneció la forma extraordinaria de celebración que se conoce como “misa Tridentina”.

La misa Tridentina, como su nombre lo indica, refiere al Concilio de Trento (1545-1563), de cuyas disposiciones se desprendió el misal de 1570, promovido por el Papa Pío V. Este tipo de misa que, entre otras cosas, se celebraba en latín y con el sacerdote de espaldas a la comunidad, fue la que rigió la celebración durante cuatro siglos.

Luego, se publicó la edición del misal romano del Papa San Juan XXIII en 1962 que terminó de establecer el rito de celebración de la “misa Tridentina”.

Padre Fortea explica porqué es bueno celebrar la Misa cara al pueblo

El sacerdote español expresó que le “parece que lo mejor es que coexistan ambas maneras: cara al pueblo y de espaldas al pueblo”.

Sin embargo, en respuesta a la inquietud de un lector, el padre Fortea expresó su opinió sobre los aspectos positivos de celebrar la misa de cara al pueblo.

  • La misa es sacrificio, pero también es banquete pascual. La misa puede ser entendida como la cena de sabbat de una familia (en este caso espiritual) en torno a una mesa. El altar como la mesa de la Última Cena. Jesús celebró los ritos con los apóstoles en torno a la mesa, no detrás de Él.

  • La misa al principio, durante siglos, se celebró de cara al pueblo. Eso está refrendado por multitud de pruebas.

  • Poder ver el rostro del sacerdote es poder no solo escuchar sus oraciones, sino también ver el rostro del buen pastor. El rostro de un virtuoso sacerdote se convierte en un icono de santidad. Cierto que se le puede mirar fuera de la misa, pero observarlo en el momento de la adoración es poder hacerlo en el momento más sagrado: cuando ora al Padre, cuando comulga, cuando toca el Misterio Eucarístico.

Finalmente, el sacerdote explicó que “lo mejor es que coexistan las dos formas: hacia el pueblo y de espaldas al pueblo. Cada una tiene su propio simbolismo, las dos son formas buena”.

“Y es natural que a uno le guste más de una manera y a otra persona le guste más de otra. Pero la celebración cara al pueblo es un modo completamente legítimo y avalado por la tradición, y sobre todo por los orígenes”, concluyó.

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