Cada 12 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta del Santo Nombre de María. San Alfonso María de Ligorio, en su obra Glorias de María, describe las diferentes características del nombre de la Virgen pero, también, relata un increíble episodio que demuestra el poder de su santidad.

La joven que pudo liberarse del demonio por el Santo Nombre de María

Cuenta el santo que hacia el año 1465, vivía en Güeldres una joven llamada María. Su tío la envió a la ciudad de Nimega a hacer unas compras, diciéndole que pasara la noche en casa de otra tía que allí vivía. La joven obedeció y fue por la tarde a la casa de su pariente, sin embargo, su tía la despidió groseramente.

Entonces, la joven, llena de rencor y decepción, emprendió el camino hacia su casa. Mientras caminaba, se hizo de noche y María se llenó de furia por tener que caminar en la oscuridad. Así que invocó al demonio para que la ayudase.

Entonces, el diablo se le apareció con forma de humano y le dijo que la ayudaría con una condición.

—Todo lo haré— le respondió la joven.

—No te pido otra cosa –le dijo el demonio– sino que de hoy en adelante no vuelvas a hacer la señal de la cruz y que cambies de nombre.

—“En cuanto a lo primero, no haré más la señal de la cruz –le respondió–, pero mi nombre de María, no lo cambiaré. Lo quiero demasiado.

—Y yo no te ayudaré— le replicó el aquel.

Después de deliberar, se pudieron de acuerdo en que solo se llamaría haciendo referencia a la primera letra del nombre, es decir, “M“.

Cuenta San Alfonso María de Ligorio que seis años después, la joven le dijo al demonio que deseaba volver a su tierra. Aunque a que repudió la idea, hubo de consentir”.

Al entrar ambos a Nimega, encontraron que en la plaza de la ciudad había una representación de la vida de la Virgen María. Entonces, la joven recordó su nombre y su devoción por la Madre de Dios y rompió en llanto.

—¿Qué hacemos aquí? –le dijo el demonio– ¿Quieres que representemos otra comedia?

La agarró para sacarla de aquel lugar, pero ella se resistía, por lo que él, viendo que la perdía, enfurecido la levantó en el aire y la lanzó al medio del teatro.

La joven, quien recuperó su nombre -María-, contó su historia y se confesó con un sacerdote. Este, según cuenta el santo, la remitió al Papa.

El Santo Padre, luego de escuchar su confesión, le impuso de penitencia llevar siempre tres argollas de hierro, una al cuello, y una en cada brazo.

La joven María, obedeció y además se retiró a un monasterio para penitentes. “Allí vivió catorce años haciendo ásperas penitencias. Una mañana, al levantarse vio que se habían roto las tres argollas. Dos años después murió con fama de santidad; y pidió ser enterrada con aquellas tres argollas que, de esclava del infierno, la habían cambiado en feliz esclava de su libertadora”. Así cierra San Alfonso de Ligorio este maravilloso relato sobre el Santo Nombre de María.

¿Tú qué piensas?

María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti.

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