La vida de San José nos es desconocida. Los Evangelios nos dan muy poca información de esta gran santo. Tenemos algunos datos de su vida durante la infancia de Jesús, pero luego desaparece de los relatos. Y solo Mateo y Lucas se ocupan de él.

Sin embargo, gracias a las revelaciones privadas de podemos reconstruir algunos momentos de su vida.

La Venerable Hermana María Cecilia Baij, una monja italiana del siglo XVIII, recibió una revelación privada sobre la vida de San José que se publicó en un libro con el mismo nombre. Esta obra recibió un Imprimatur y Nihil Obstat del Vaticano que lo declara oficialmente libre de errores doctrinales y morales.

No obstante, como toda revelación privada, ningún católico está obligado a creer en ella, pero puede ayudarnos a vivir más plenamente nuestra fe.

La Vida de San José: Así habría sufrido anticipadamente la Pasión de Jesús

El relato de la Venerable Hermana María Cecilia Baij cuenta que un día se encontraban San José y el Niño Jesús trabajando en el taller. Entonces Jesús, que había aprendido el oficio de su padre, comenzó a trabajar en una pequeña Cruz.

Nuestro José se sintió llenar el alma de tristeza al oír suspirar al Redentor, y mucho más se dolió cuando se dio cuenta de que su Jesús había hecho esa pequeña Cruz, sintiendo en su corazón un presagio de lo que habría de cumplirse en el futuro, esto es de que su Jesús sería crucificado”, narra la revelación.

Entonces el Niño Jesús le dijo: “‘¡Mi queridísimo padre!, he aquí el instrumento donde se cumplirá la Obra de la Redención humana’Y esto se lo dijo con alegría y con el deseo de que pronto llegara el tiempo tan deseado por Él”.

El Santo enmudeció derramando abundantes lágrimas, pero su Jesús lo consoló, diciéndole que se debía cumplir la Voluntad del Padre Divino; y así nuestro José se conformó pero no se le quito la pena de su corazón“.

Y entonces Jesús quiso ir también con su madre, la Santísima Virgen María y le mostró la cruz que había hecho. María, según cuenta el relato, “ya espiritualmente lo había visto todo“, “adornó la Cruz y la besó en señal de conformidad al Divino Querer”.

El Niño le dijo a ambos: “‘He aquí; oh queridos míos, lo que me será preparado por el pueblo escogido (…) Y levantando la Cruz, dijo: ‘Sobre este patíbulo de infamia me harán morir entre tormentos muy crueles, pero Yo con gusto terminaré mi vida en una Cruz para llevar a cabo la Obra de la Redención humana“.

Al oír esto San José se desmayó desgarrado por un intenso dolor en su espíritu. “El Niño Jesús llamo al muy afligido José y lo hizo volver en sí y lo animó y consoló. Pero el apenado José quedo herido con un más vivo dolor en el íntimo de su espíritu, que le duró todo el resto de su vida; de modo que, si no se encontró presente en la Pasión y Muerte del Redentor, sufrió sin embargo el dolor y la amargura hasta que vivió, por lo cual también tuvo el privilegio de adquirir grandes méritos en recuerdo de las penas que estaban preparadas al Redentor, por las cuales lloraba a menudo amargamente”.

¡Qué hermoso relato  de este momento especial de la vida de San José! ¿Tú crees? 

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