Durante nuestro día a día, podemos atravesar momentos de dificultad. Si estás pasando un problema y no ves la salida, pide a Cristo Rey su ayuda para tener calma en medio de la tribulación.

El último domingo del año litúrgico la Iglesia celebra la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, una fiesta que nos recuerda que Cristo es quien debe gobernar en nuestros corazones.

El Papa Pío XI escribió sobre esta fiesta:

“Si a Cristo nuestro Señor le es dado todo poder en el cielo y en la tierra; si todos los hombres, comprados por su sangre preciosa, están sujetos por un nuevo derecho a su dominio; si este poder abarca a todos los hombres, debe quedar claro que ninguna de nuestras facultades está exenta de su imperio. Él debe reinar en nuestras mentes, las cuales deben asentir con perfecta sumisión y firme creencia de las verdades reveladas y de las doctrinas de Cristo. Él debe reinar en nuestras voluntades, las cuales deben obedecer las leyes y preceptos de Dios. Él debe reinar en nuestros corazones, los cuales deben rechazar los deseos naturales y amar a Dios por encima de todas las cosas, y unirse sólo a Él”. (Quas Primas 33)

En esta solemnidad, acude a Cristo Rey para que él reine en tu vida y puedas dejar todas tus preocupaciones a su voluntad.

Oración a Cristo Rey

Oh Jesucristo, Rey del Universo,
en este momento elevo mi corazón hacia Ti.
Tú que reinas sobre todo,
te reconozco como mi Señor y Salvador.

En tu infinita misericordia,
guía mis pasos y dirige mis decisiones.
Sé mi luz en la oscuridad, mi fuerza en la debilidad
y mi consuelo en la aflicción.

Te pido, amado Cristo Rey,
por la paz en mi corazón y en el mundo.
Que tu amor y tu justicia prevalezcan sobre cualquier mal y conflicto.
Concédenos la gracia de vivir en armonía y solidaridad.

Derrama tu bendición sobre mi vida
y sobre aquellos a quienes amo.
Concédenos salud, sabiduría
y la gracia de seguir tus enseñanzas.

Perdona mis faltas, Oh Cristo,
y ayúdame a ser un reflejo de tu amor en el mundo.
Dame la fuerza para superar las dificultades
y la humildad para aceptar tu voluntad.

Encomiendo a tu cuidado a quienes sufren,
a los enfermos, a los necesitados
y a los que han perdido el camino.
Extiende tu mano sanadora y consoladora sobre ellos.

Oh Cristo Rey, te entrego mi vida
y confío en tu soberanía.
Que tu reino de amor, paz y justicia
se manifieste en la tierra como en el cielo.

Amén.

(Fuente)

¡Viva Cristo Rey!

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