El milagro atribuido a la intercesión de Karol Wojtyla fue la curación de la señora Floribeth Mora, una mujer costarricense que padecía un aneurisma cerebral. Sucedió el 1 de mayo de 2011, el mismo día en que lo beatificaron.

Ese día, la señora Mora fue con su familia a la Misa dominical. En el centro del barrio se estaba celebrando una procesión.

En su testimonio ella narró: 

En ese momento estaba pasando una carroza con la imagen de Jesús Sacramentado y sentí un frío en el cuerpo. Me bajé del coche y fui hasta allí”. 

Entonces, el sacerdote que acompañaba a la procesión indicó: 

¡Oh, Señor! Hay una sanación. Le pedimos a nuestro Papa Juan Pablo que nos ayudara a pedirle a Dios que me ayudara”. 

Ella salió de esa procesión segura de que se había sanado. Días después fue al Santuario de la Virgen de Ujarrás para rezar, templo que había recibido un relicario con sangre del entonces Beato Juan Pablo II. 

Ella indicó que el Padre Dónald Solano, sacerdote del templo, le permitió acercarse al Santísimo para que tenga un momento íntimo con este. 

Ella dijo: “Me la enseñó y la toqué. Seis meses después me hicieron otro examen en el cerebro y me indicaron que el aneurisma había desaparecido para la honra y la gloria de mi Dios”.

Según publicó el diario “La Nación” de Costa Rica, el neurocirujano Alejandro Vargas Román, quien atendió a la señora Mora durante su enfermedad, confirmó la ausencia de la enfermedad de manera milagrosa. 

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