Probablemente en algún momento hayamos visto la palabra “Jehová” para referirse al nombre de Dios, sin embargo muchos católicos un poco confundidos parecen no advertir diferencia alguna entre éste o cualquier otro nombre para referirse a Dios, mientras que otros sospechan que algo huele mal, pero no tienen la menor idea de qué es.

Quisiera poner el“parche” antes del “hueco”, así que les diré que haré el mejor intento por explicar de manera sencilla este asunto que a mi parecer está bastante enredado ya, debido a las distintas manipulaciones luciferinas – diría yo – de la Palabra de Dios por parte de las distintas sectas.

¡Así es! Primero hay que regresar en el tiempo…

En el pensamiento judío el nombre tenía una importancia fundamental en la vida de las personas, debido a que reflejaba la esencia, naturaleza y misión de quien lo portaba, es así que podemos leer en el Antiguo Testamento como varias veces cuando el escritor se refiere a un nombre, casi siempre pone a continuación que significa “tal cosa”…, más aún el mismo Cristo cambia el nombre de varias personas a lo largo del Nuevo Testamento para otorgarles una misión. Esta importancia del nombre de las personas y los lugares ha estado en el pensamiento judío desde siempre, sin embargo en cuanto a Dios, el asunto de Su nombre tenía un impacto muy distinto, pues los judíos llegado cierto tiempo, dejaron de pronunciarlo por superstición y por respeto.

torah

Moisés fue el primero en preguntarle a Dios Su nombre, de donde Dios responde el enigmático “Yo Soy el que Soy”, que tiene una densidad metafísica tremenda,  afirmando una verdad absoluta sobre Dios como el Ser que Subsiste por Sí mismo (diferente a nosotros que somos en Dios, pues participamos del Ser de Dios). Sin embargo, originalmente su forma escrita era un tetragrama que a continuación se entiende así:YHWH. Debido a que – como dije anteriormente – los judíos se abstenían de decir el nombre de Dios. Cada vez que en las Escrituras se topaban con el tetragrama (YHWH), quien leía lo sustituía por “Adonay”. Ésta práctica de no decir el nombre de Dios y sustituirlo, con el tiempo ocasionó que los judíos olvidasen cómo se escribía el nombre de Dios y cómo se pronunciaba.

Y entonces, ¿De dónde sale Jehová?

Con el pasar de los años (y de las traducciones de la Biblia) algunos estudiosos hicieron algo bastante curioso. Dado que en el lenguaje hebreo no existen las vocales, el tetragrama (YHWH) sería imposible de pronunciarlo para nosotros (es así que  lo pronunciamos Yahwé), así que decidieron sacar de ADONAI las vocales (A-O-A) y las introdujeron en el tetragrama, quedando como resultado: YAHOWAH, que pronunciándola se escucha como Jehová.

Ahora volvemos a nuestros tiempos

En el Nuevo Testamento NINGÚN manuscrito – repito – NINGUNO tiene el tetragrama (YHWH), más aún, se refieren a Dios Padre como Theos y a Jesús como Kyrios, sin embargo – y aquí viene la confusión – “La Traducción del Nuevo Mundo” sin autoridad alguna más que de su capricho personal, han insertado la palabra “Jehová” 237 veces, a pesar de que en los manuscritos originales dicha referencia no existe en el Nuevo Testamento, de hecho, ni siquiera se hace referencia a YHWH. Como podemos ver, la palabra “Jehová” NO EXISTE en ningún lugar de las Sagradas Escrituras, sino que fue inventado por hombres.

Como dato curioso, incluso los mismos protestantes (no todos, y entre las excepciones los Testigos de Jehová evidentemente) admiten que ésta vocalización es un error:

“Por lo que se refiere al Nombre Sagrado, lo hemos traducido por Yahweh, en lugar del conocido Jehová, por estar actualmente reconocido como la más apropiada transcripción.”

Resultado de todo este embrollo

Una serie de traducciones de la Biblia, que han tomado – equivocadamente – este “nombre artificial” para referirse a Dios Padre. Finalmente, la necesidad de querer ponerle “nombre” a Dios no sólo me parece absurda, sino sumamente irrespetuosa, siendo que a Dios no se le puede abarcar con un nombre. Éstas personas no han comprendido aún la profundidad de la respuesta de Dios a Moisés: “Yo Soy”. De manera que cuando te encuentres la palabra “Jehová” en alguna Biblia, ten por seguro que ese es su sello de protestantismo.

¡Ah! Casi lo olvido, no te extrañes si en algún momento te encuentras con el nombre de Yahvéh, escrito en distintas maneras como por ejemplo: “Yave”, “Yahvé”, “Yavhe”, etc., son transcripciones distintas de un mismo nombre.

Originalmente publicado en el blog de Steven Neira

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