A San Miguel Arcángel, lo vemos en tantas imágenes con una espada en alto en la mano derecha, una balanza en su mano izquierda y pisando la cabeza del demonio. Él es el Príncipe de los Ejércitos Celestiales y siempre está dispuesto a interceder por nosotros y ayudarnos el la lucha contra el demonio y las diferentes formas en que amenaza nuestra existencia y salvación.
San Miguel Arcángel fue quien, cuando Satanás y sus secuaces se rebelaron contra Dios, exclamó: “¿¡Quién como Dios!?”. Desde aquel día es el principal baluarte contra el mal y los enemigos de la Iglesia.
El poder del demonio se manifiesta de maneras veladas y muchas veces inofensivas, pero siempre intenta sembrar la discordia, el odio, la guerra y alejar a las personas del mensaje de Cristo y la Santa Iglesia.
Si tu país está atravesando un difícil momento de agitación social o de amenaza política, pide la intercesión de este Santo Arcángel para que expulse al demonio de tu nación como lo expulsó aquella otra vez de los cielos.
Una poderosa oración a San Miguel Arcángel para liberar a un país del poder del demonio
Glorioso San Miguel, Príncipe de las huestes celestiales, que está siempre dispuesto a ayudar al pueblo de Dios; quien luchó con el dragón, la serpiente antigua, y lo arrojó del cielo, y ahora defiende valientemente a la Iglesia de Dios para que las puertas del infierno nunca prevalezcan contra ella, te ruego encarecidamente que nos ayudes también, en el doloroso y peligroso conflicto que sostenemos contra el mismo formidable enemigo.
¡Quédate con nosotros, poderoso príncipe! Para que podamos luchar valientemente y vencer a ese espíritu orgulloso, a quien tú, por el Poder Divino, derrocaste gloriosamente, y que nuestro poderoso Rey, Jesucristo, ha vencido por completo en nuestra naturaleza; así, habiendo triunfado sobre el enemigo de nuestra salvación, podamos con ustedes y los santos ángeles, alabar la clemencia de Dios quien, habiendo rehusado misericordia a los ángeles rebeldes después de su caída, ha concedido arrepentimiento y perdón al hombre caído. Amén.
¡San Miguel Arcángel, defiéndenos en batalla!
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