A San Martín de Porres se lo conoce como “el santo de la escoba”, símbolo de su gran humildad. Cada 3 de noviembre celebramos su memoria, y fue precisamente un 3 de noviembre de 1994 cuando una religiosa dominica presenció un increíble milagro de este santo.

Sor María del Carmen Rodríguez, de la Orden de los Predicadores, cuenta que se encontraba esa mañana de la fiesta de San Martín de Porres en la huerta de su monasterio. En el centro había un palomar que tenía “un pequeño palomar, es como una casita, un cuadrado donde encuentras una escalera rústica y casera que sube a un primer piso de tablas”.

La religiosa vio cómo entraban palomas al palomar y pensó “¿habrá pichones?” Para verificarlo entró y subió al primer piso.

Así relata Sor María del Carmen lo que sucedió:

“Al llegar a un tramo, me apoyé sobre la barandilla y se partió el palo por la mitad, yo al ver que me caía me agarré a una escalera de mano que estaba apoyada en la pared, pero se me venía encima, la solté, y entonces perdí el equilibrio y me quedé colgando hacia abajo todo el cuerpo, con un pie enganchado en un agujero de las tablas.
Al verme así, empecé a gritar a Dios, a la Virgen, y de repente me acordé que era el día de la fiesta de San Martín de Porres, comencé a gritarle: ¡¡San Martín, amigo mío, por favor échame la escoba, ayúdame!!".

Aquí viene lo más sorprendente…

Estas fueron las palabras de la religiosa sobre lo que sucedió:

¿Creéis en los milagros?…Pues escuchad. De repente sentí algo en mi mano, una cosa  como inmaterial, ¿la escoba de San Martín?… alguien que sin ningún esfuerzo me incorporó hacia arriba, una fuerza suave e invisible, que aún me dan escalofríos al escribirlo. Sentí una presencia muy viva en la estancia.

¿Qué había pasado? estaba de pie sin saber cómo, ante mi sorpresa, caí de rodillas, dando gracias a Dios, a la Virgen y a San Martín, bajé la escalera como si no me pesara el cuerpo, me sentía envuelta como en una protección divina”.

Si poder aún salir del asombro del milagro que había obrado San Martín de Porres, la hermana se fue “al Sagrario a contárselo al Señor, dador de todo bien, Padre bueno y misericordioso. ¡Dios mío, que emocionada estaba!”.

Y San Martín de Porres tenía preparado algo más

Al poco tiempo cuando el pie se enfrió, la hermana no podía caminar y tenía toda la zona morada. La Madre Priora le preguntó que le sucedía, a lo que Sor María del Carmen contestó: “‘Acabo de nacer’, San Martín de Porres ha hecho un milagro conmigo, y le conté todo lo que estaba viviendo”.

Sin embargo, las hermanas del monasterio no le creían, quizás porque ella solía hacer muchas bromas. Le dijeron que si se le quitaba el morado del pie le creerían.

"Yo se lo pedí al Santo, pues ya que había hecho lo mucho podía hacer también lo poco".

¿Quieres saber qué sucedió?

“Para que no dudemos de la eficacia del Santo, al día siguiente me levanté con el pie normal, como si nada hubiera pasadoY es que San Martín es muy fino y delicado para hacer las cosas, viene siempre como de puntillas, como que no hace nada, sin ruido, en silencio.

Como ya sabemos en todos los milagros que hacía, él sabía que eran cosas de Dios, y nada se atribuía a sí mismo, así son los santos, de los cuales tenemos que aprender, a dar siempre gracias a Dios, que nos da gratuitamente todo”.

¡Asombroso! ¡San Martín de Porres, ruega por nosotros!

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