El Padre Pío solía decir “amen a la Virgen y recen el Rosario, porque su Rosario es el arma contra los males del mundo de hoy. Todas las gracias dadas por Dios pasan a través de la Santísima Madre”.
Se dice que Padre Pío siempre llevaba el Rosario alrededor de su brazo por la noche. Unos días antes de su muerte, cuando el Padre Pío se acostaba, les dijo a los frailes que estaban en su habitación: “¡Denme mi arma!”
Y los frailes, sorprendidos y curiosos, le preguntaron: “¿Dónde está el arma? ¡No vemos nada!”
Padre Pio respondió: “¡Está en mi hábito, lo acabo de colgar!”
Después de haber revisado los bolsillos de su hábito religioso, los frailes le dijeron: “¡Padre, no hay arma en su hábito!… ¡allí sólo podemos encontrar su Rosario!”
Padre Pio dijo inmediatamente: “¿Y no es esto un arma?… ¡¿La verdadera arma ?!”
Este relato muestra cómo valoraba este gran santo el Rosario. De hecho, Fray Marcellino comentó una vez que tuvo que ayudar al Padre Pío a lavarse las manos una a la vez “porque no quería dejar las cuentas del Rosario, y pasó el Rosario de una mano a la otra“.
¿Por qué deberías rezarlo frecuentemente? Esto decía el Padre Pío sobre el Rosario
El santo una vez le dijo a sus hijos espirituales: “En todo el tiempo libre que tengan, una vez que hayan terminado sus deberes, deben arrodillarse y rezar el Rosario. Rezar el Rosario ante el Santísimo Sacramento o ante un crucifijo”. Y decía al respecto:
“Con esto se ganan batallas”.
“Reza el Rosario con frecuencia. ¡Cuesta tan poco y vale tanto!”
“El Rosario es el arma de defensa y salvación”.
“El Rosario es el arma que nos dio María para usar contra las artimañas del enemigo infernal”.
“María ha recomendado el Rosario en Lourdes y Fátima debido a su valor excepcional para nosotros y nuestro tiempo”.
“El Rosario es la oración de la Virgen, la que triunfa en todo y en todos”.
“María está presente en cada misterio del Rosario”.
“María nos ha enseñado el Rosario como Jesús nos enseñó el Padre Nuestro”.
Estas son las razones por las que el Padre Pío recomendaba rezar el Santo Rosario. ¡Sigamos sus consejos y pongámonos bajo el manto de la Virgen María!
Este artículo fue publicado originalmente en The Marian Room.