Desde el principio de la historia de la Iglesia muchas personas han hecho cosas sorprendentes movidos por su amor a Dios. Muchas han pasado largas horas orando, días ayunando, etc.

Sin embargo, hay una historia muy interesante y poco conocida de un santo llamado Simeón cuyo amor a Dios lo llevó a pasar 37 años subido a una columna ¿Quieres saber por qué lo hizo? Esta es su historia:

Dominio público.
Dominio público.

Simeón nació en el año 392 en Cilicia, cerca de Tarso. De niño fue pastor hasta que, motivado por el sermón de las Bienaventuranzas, decidió hacerse religioso en un monasterio.

Mientras se preparaba para ingresar al monasterio, su deseo de ser santo se incrementaba, y un día tuvo una visión: vio cómo construía el edificio de su santidad mientras una voz le decía: “Solo cuando seas lo suficientemente humilde serás santo”.

Cuando al fin pudo entrar al monasterio (a los 15 años) sus muestras de amor por el Señor expresado en sacrificios comenzó a hacerse evidente. Su primer gran gesto de amor fue aprenderse todos los salmos de memoria; él sentía la necesidad de rezarlos todos cada semana (21 cada día).

También, al saberse pecador y con la necesidad de luchar contra las tentaciones, inventó el cilicio, una cuerda hiriente que se ata a la cintura para hacer penitencia. La idea no fue del agrado de sus superiores quienes, a pesar de que entendía de que Simeón lo hacía movido por su profundo amor por Dios, temían que los demás hermanos exageraran en su uso y se hicieran demasiado daño.

Es así que decidió alejarse un poco y se fue a vivir a una cisterna abandonada; allí estuvo 5 días en oración. Luego, como se acercaba la Cuaresma, se quedó allí 40 días en total ayuno. Los primeros 14 días estuvo rezando de pie; los siguientes 14, sentado; y los días restantes, recostado. Este ejercicio espiritual lo repitió todas las cuaresmas de su vida.

Su fama de penitente se extendió por los países vecinos y, a pesar de que se ocultó en una cueva, muchos lo buscaban para pedirle consejo y hasta le quitaban pedazos de su manto para llevárselos como reliquias.

Para evitar dicha situación, Simeón se hizo construir una columna de tres metros para vivir allí al sol, sin agua, y al viento. Luego se dio cuenta de que muchos fieles encontraban la forma de acercarse a él, así que hizo que levantaran la columna para que midiera 17 metros ¡Allí pasó los últimos 37 años de su vida!

Plancha metálica que muestra a san Simeón Estilita sobre su columna. La serpiente representa al demonio, tratando de tentarlo.
Plancha metálica que muestra a san Simeón Estilita sobre su columna. La serpiente representa al demonio, tratando de tentarlo.

Su vida subido en esa columna fue muy sacrificada. Comía solo una vez por semana, pero aprovechaba todo el tiempo que le quedaba para rezar. Unos ratos de pie, otros arrodillado y otros tocando el piso de su columna con la frente. Cuando oraba de pie, hacía reverencias continuamente con la cabeza, en señal de respeto hacia Dios. Un sacerdote le llevaba cada día la Sagrada Comunión.

Así estuvo hasta que murió en el año 459 mientras rezaba arrodillado con la cabeza inclinada. En el lugar donde estaba la columna se construyó un gran monasterio para los monjes que quieran hacer penitencia. Hoy ese monasterio se encuentra en ruinas y se le conoce como Qal’at Sim’ân (la mansión de Simón).

Restos de la columna del Santo (piedra central) enb medio de las ruinas del monasterio (Siria).
Restos de la columna del Santo (piedra central) enb medio de las ruinas del monasterio (Siria).

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