Cada Viernes Santo recordamos la Pasión y muerte de Jesucristo. Sin embargo, ningún otro ser humano estuvo más unido al corazón de Jesús que el corazón de su Santa Madre.
Cuando la Virgen María y san José presentaron a Jesús en el templo, Simeón le dijo a María, “Y a ti, una espada te atravesará el alma” (Lc 2, 35). Después de Cristo mismo, probablemente fue su Santísima Madre quien más sufrió el martirio de su hijo.
Es por eso que colocarnos junto a María a los pies de la Cruz es una forma diferente de vivir la Pasión de Jesús, acercándonos a su dolor y acompañando a Jesús con el amor de Nuestra Señora.
En este artículo compartimos una bellísima oración titulada Stabat Mater, cuya traducción del latín significa “Estaba de pie la Madre“. En esta plegaria le pedimos a la Virgen que nos ayude a acercarnos más a este Jesús que sufrió por nosotros aprendiendo de su dolor de madre.
Históricamente no está claro si fue escrita por el Papa Inocencio III (1161-1216) o por el poeta franciscano Jacopone da Todi, pero se calcula que hacia el siglo XIV este himno ya era conocido.
Esta es una bellísima oración para vivir el Viernes Santo junto a María al pie de la Cruz.
Estaba la Madre dolorosa
junto a la Cruz, llorosa,
en que pendía su Hijo.
Su alma gimiente,
contristada y doliente
atravesó la espada.
¡Oh cuán triste y afligida
estuvo aquella bendita
Madre del Unigénito!
Languidecía y se dolía
la piadosa Madre que veía
las penas de su excelso Hijo.
¿Qué hombre no lloraría
si a la madre de Cristo viera
en tanto suplicio?
¿Quién no se entristecería
a la Madre contemplando
con su doliente Hijo?
Por los pecados de su gente
vio a Jesús en los tormentos
y doblegado por los azotes.
Vio a su dulce Hijo
muriendo desolado
al entregar su espíritu.
Ea, Madre, fuente de amor,
hazme sentir tu dolor,
contigo quiero llorar.
Haz que mi corazón arda
en el amor de mi Dios
y en cumplir su voluntad.
Santa Madre, yo te ruego
que me traspases las llagas
del Crucificado en el corazón.
De tu Hijo malherido
que por mí tanto sufrió
reparte conmigo las penas.
Déjame llorar contigo
condolerme por tu Hijo
mientras yo esté vivo.
Junto a la Cruz contigo estar
y contigo asociarme
en el llanto es mi deseo.
Virgen de Vírgenes preclara
no te amargues ya conmigo,
déjame llorar contigo.
Haz que llore la muerte de Cristo,
hazme socio de su pasión,
haz que me quede con sus llagas.
Haz que me hieran sus llagas,
haz que con la Cruz me embriague,
y con la Sangre de tu Hijo.
Para que no me queme en las llamas,
defiéndeme tú, Virgen santa,
en el día del juicio.
Cuando, Cristo, haya de irme,
concédeme que tu Madre me guíe
a la palma de la victoria.
Y cuando mi cuerpo muera,
haz que a mi alma se conceda
del Paraíso la gloria.
Amén.
¡Virgen María, este Viernes Santo ayúdanos a acompañar a Jesús sufriente!
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