Cuando Patty Knap vio a su padre incapaz de hablar y tragar debido a una grave infección, recordó la historia de San Blas. Con fe, encomendó su súplica al santo, y pronto fue testigo de una inesperada mejoría que atribuye a su intercesión.
La catequista, terapeuta y madre de dos hijos, Patty Knap, compartió en un artículo para National Catholic Register la recuperación de su padre, que sufrió un derrame cerebral a causa de una infección.
Knap indicó que hace mucho tiempo viajó a la ciudad de Dubrovnik (Croacia), donde conoció más sobre San Blas. La ciudad ha honrado a este santo como su patrono desde el año 971, cuando se apareció a los habitantes para advertirles de un ataque inminente.
San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia. Vivió como eremita en una cueva en las montañas, que convirtió en su sede episcopal. La tradición cuenta que este santo salvó a un niño de atragantarse con una espina de pescado.
“Mientras los cazadores llevaban a Blas a prisión, una madre se acercó con su hijo pequeño, que tenía una espina de pescado atascada en la garganta. Cuando Blas rezó por el niño, este pudo toser y expulsar la espina”, señala Knap.
“Más tarde, el gobernador de Capadocia intentó persuadir a Blas para que ofreciera sacrificios a los ídolos paganos. Blas se negó y fue golpeado por ello. La siguiente vez que se negó, lo colgaron de un árbol y le desgarraron la carne con peines o rastrillos de hierro. Finalmente, fue decapitado”, agregó.
La historia de este mártir católico regresó a la mente de Knap años después, cuando su padre era incapaz de tragar, comer o hablar con normalidad, a causa de un derrame cerebral.
“Tenía una sonda de alimentación y, cada día, un ‘especialista en deglución’ lo evaluaba para ver si su capacidad para tragar había mejorado lo suficiente como para volver a ingerir alimentos. Día tras día, no había mejoría, y la saliva de mi padre tenía que ser succionada. La sonda de alimentación le causó otros problemas, incluida una nueva infección. Por supuesto, yo estaba orando por la curación de mi padre, rezando el Rosario, la coronilla de la Divina Misericordia y más con él. Pero, como la crisis médica de mi padre giraba en torno a su garganta, de repente pensé en San Blas”.
Knap señaló que pidió entonces la intercesión de San Blas por su padre, ya que su condición empeoraba.
“Le conté a mi padre sobre esta nueva razón para tener esperanza, y él sonrió y movió los labios para decir: ‘¡Buena idea!’. Estoy segura de que también envió algunas oraciones al buen santo”.
A la tarde siguiente, el padre de Knap empezó a hablar y al sacarle la sonda de succión de la boca, se dieron cuenta que podía tragar con normalidad.
“Lo mejor de todo fue que, cuando el médico llegó esa noche para evaluar su capacidad de tragar, dijo que podía volver a comer alimentos sólidos: ¡adiós a la sonda de alimentación! Miré a mi padre, ya recuperado, y él dijo: ‘¡Definitivamente fue nuestro amigo, San Blas!’. Desde entonces, nunca he dejado de animar a otros a pedir la intercesión de San Blas ante cualquier problema relacionado con la garganta”.
Oración a San Blas
San Blas,
benévolo benefactor de la humanidad
y fiel servidor de Dios,
que por amor a nuestro Salvador
sufriste con paciencia y resignación tantos tormentos,
invoco tu poderosa intercesión.
Presérvame de todo mal del alma y del cuerpo.
Por tus grandes méritos,
Dios te concedió la gracia especial
de ayudar a quienes padecen enfermedades de la garganta;
líbrame y presérvame de ellas,
para que siempre pueda cumplir con mis deberes y,
con la ayuda de la gracia divina, realizar buenas obras.
Te invoco como médico especial de las almas,
para que pueda confesar mis pecados
con sinceridad en el santo sacramento
de la Penitencia y obtener su perdón.
Encomiendo a tu misericordiosa intercesión
a aquellos que, lamentablemente, ocultaron un pecado en la confesión.
Alcánzales la gracia de acusarse con sinceridad
y verdadero arrepentimiento del pecado ocultado,
de las confesiones y comuniones sacrílegas que hicieron,
y de todos los pecados cometidos desde entonces,
para que puedan recibir el perdón,
la gracia de Dios y la remisión de la pena eterna.
Amén.