La Iglesia y la tecnología son una combinación que a menudo no encontramos. Sin embargo, hubo una mujer que se convirtió en pionera de la informática.
Fue la hermana Mary Kenneth Keller, la primera mujer en lograr un doctorado en ciencias de la computación en los Estados Unidos en 1965.
Un poco de su historia
Nació en Cleveland, Ohio, en 1914, y a la edad de 18 años se unió a las Hermanas de la Caridad, una congregación en la que emitiría sus votos perpetuos en 1940.
Asistió a cursos de Matemáticas en la Universidad DePaul en Chicago, donde recibió su primer grado en Matemáticas y, más tarde, una maestría en Matemáticas y Física.
Sus habilidades informáticas eran aún más evidentes cuando logró acceder a la Universidad de Dartmouth.
Aunque estaba consciente de que antes ninguna mujer había tenido éxito en acceder a esta universidad, ella lo intentó y fue aprobada, lo que permitió ser la primera mujer acceder a ella después de 188 años de su fundación.
Se unió al equipo de desarrolladores BASIC, el primer lenguaje informático que se acercó al de la programación tal como lo conocemos hoy en día, y que hasta ese momento era la prerrogativa de científicos y matemáticos únicamente.
Testimonio de fe y razón
Gracias al trabajo del que fue parte, se sentaron las bases de los nuevos lenguajes de código, precursores de los sistemas operativos actuales, como Windows.
Su testimonio alentó a las mujeres de su tiempo a ingresar al mundo de la computación, porque se sabía que habría una explosión de información disponible a la que abordar.
Después de obtener un doctorado, a los 51 años creó el departamento de tecnología de la información en la Universidad de Clarke, Iowa.
A su muerte en 1985, las hermanas hablaron de ella como una religiosa ejemplar, con una vida de piedad centrada en el misterio de la Trinidad y en la investigación en cada área de la voluntad de Dios.