Un siglo ha pasado desde la partida al cielo del P. Giovanni Minzoni. Este sacerdote que murió mártir es un ejemplo de inquebrantable fe y ya se encuentra en proceso de beatificación.

El P. Minzoni nació el 1 de julio de 1885 en Rávena (Italia). Luego de consagrar su vida a Dios, fue designado párroco de Argenta, en la provincia italiana de Ferrara, en febrero de 1910.

Tan pronto como llegó a la ciudad, comenzó a trabajar con los jóvenes. Creó un nuevo centro recreativo, actividades extraescolares, una biblioteca y un teatro parroquial.

El sacerdote estaba convencido que la Iglesia debía actualizar sus métodos y se oponía a la hipocresía y los chismes del clero, pero sobre todo actuaba.

No quería que el sacerdote estuviera separado del mundo y viviera en un pedestal.

“Pensando en nuestro clero, ciertamente hay poco de qué enorgullecerse, que pueda corresponder a su misión actual. (...) Sacerdotes interesados solo en el presente y en la mesa, estos, ¡Dios mío, son los alter Christus! ¡Que deben renovar la sociedad!”, escribió.

El sacerdote vivió en carne propia la brutalidad de la guerra de trincheras y al regresar a Argenta, dió vida al círculo cultural, al cine parroquial y revitalizó la Acción Católica.

Finalmente, en abril de 1923, anunció la creación de un grupo scout. Sin embargo, en ese ínterin comenzaron los ataques fascistas, asaltos a las sedes de partidos y sindicatos, asesinatos y también los ataques contra organizaciones católicas.

Después de decidir la fundación de una unidad de ASCI (Asociación de Scouts Católicos Italianos), la noche del 23 de agosto de 1923, fue golpeado en la cabeza con palos por dos escuadristas mientras regresaba a la rectoría.

Poco antes de su muerte, escribió:

“Con el corazón abierto, con la oración que nunca se apagará en mis labios para mis perseguidores, espero la tormenta, la persecución, tal vez la muerte por el triunfo de la causa de Cristo”.

El martirio de este gran sacerdote ha sido reconocido y está en proceso la causa de beatificación.

¡Giovanni Minzoni, ruega por nosotros!

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