Jeremy Robinson es un destacado empresario que paso del glamour a descubrir las verdaderas riquezas. Ahora nos da 3 verdades que descubrió en la odisea espiritual que lo llevó a Dios.

En un reciente episodio del podcast “The Catholic Gentleman”, Robinson conversó con los anfitriones John Heinen y Sam Guzmán, sobre su camino espiritual.

El empresario compartió 3 verdades que orientaron su camino desde el brillo y el glamour hacia las profundidades atemporales del catolicismo.

1. La duda como puerta a la devoción

Las preguntas a menudo impulsan nuestro viaje espiritual. Los propios desafíos de Robinson surgieron en momentos en los que Dios parecía estar en silencio.

“¿Qué sucede cuando Dios no te responde o te responde con silencio?”, señaló Robinson. “¿Es porque no fuiste muy favorecido o porque tienes demasiado pecado en tu vida?”, agregó.

Junto a enseñanzas religiosas conflictivas, este tipo de preguntas llevaron al empresario a una búsqueda y conseguir una brújula espiritual más clara.

2. La epifanía eucarística

Uno de los momentos más transformadores para Robinson fue su profunda experiencia con la Eucaristía.

“No creo que haya ido a una Misa en la que no haya derramado muchas lágrimas después de haber recibido la Eucaristía. Es profundo”, expresó con profunda emoción.

Heinen estuvo de acuerdo y señaló que el Santísimo Sacramento es el momento “cuando el Cielo toca la Tierra", un momento de íntima unión de lo Divino con la humanidad.

3. Influencias iluminadoras

El cambio espiritual de Robinson no fue un esfuerzo solitario. Figuras clave iluminaron su camino.

“El libro ‘Roma dulce hogar: nuestro camino al catolicismo’ fue el clavo en el ataúd para mí. Mi mente empezó a explotar”, recordó. “Tuve este enorme y aterrador momento... Estoy convencido, creo que la Iglesia Católica es la Única Iglesia Verdadera”, agregó.

El Dr. Scott Hahn y otros escritores ayudaron a revelar la sabiduría eterna de la Iglesia, atrayéndolo irresistiblemente hacia su abrazo.

Mira el capítulo completo en inglés:

Si anhelas verdades profundas, ¡la sabiduría atemporal de la Iglesia te espera!

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