La Nueva Era es un movimiento o un conjunto variado de creencias -muchas veces incoherentes- que toman elementos de las religiones orientales, el espiritismo, la astrología (y un amplio etcétera).

Todas estas ideas tienen en común el principio de que el tiempo está maduro para un cambio fundamental de los individuos, de la sociedad y del mundo.

¿Cuáles son las principales características de este cambio? Una sobrevaloración de los sentimientos y las emociones humanas o la idea de que el cosmos está animado por una Energía, que a veces se identifica con el Alma divina o Espíritu.

También se cree en la mediación de varias entidades espirituales (ángeles o seres paranormales), a través de las cuales los seres humanos son capaces de ascender a esferas superiores invisibles y de controlar sus propias vidas más allá de la muerte.

Pero las creencias son en extremo variadas debido la Nueva Era a menudo no reconoce ninguna autoridad espiritual más allá de la experiencia personal interior de cada persona. Esto significa que cada uno puede armarse su propio catálogo de creencias.

Para prevenirnos de todas estas ideas, en el documento Jesucristo portador del agua de la vida, la Iglesia nos alerta sobre todas estas creencias y su incompatibilidad con el cristianismo.

Para evaluar si la Nueva Era ha contaminado tu fe, te invitamos a responder a las siguientes 7 preguntas:

1. Dios, ¿un ser personal o una fuerza a dominar?

El Dios de la Nueva Era es una energía impersonal que forma parte del cosmos. De esta forma, la divinidad forma parte del todo e incluso del propio ser humano. A Dios no se lo busca más allá del mundo, o se lo transforma en una fuerza a controlar.

Esta idea es totalmente diferente a la concepción cristiana de Dios, que es persona (Padre, Hijo y Espíritu Santo), que creó al Universo y es esencialmente distinto a él. Es el Creador el que desea comunicar su vida divina a los seres humanos, y no somos nosotros los que lo alcanzamos por nuestras propias fuerzas.

2. Jesús, ¿Es el Hijo de Dios o un sabio más?

Para la New Age, Jesús es un sabio más entre otros. Se destaca su existencia histórica y algunas de sus enseñanzas pero se niega su divinidad y su sacrificio salvífico en la cruz. Más aún, se crea una cristología nueva consultando fuentes extra-bíblicas o a partir de experiencias esotéricas.

El Cristo que nosotros confesamos es el Jesús de Nazareth que nos trasmiten los Evangelios, verdadero Dios y verdadero hombre, revelación plena de la Verdad divina y único Salvador.

3. La salvación, ¿Es un don de Dios o algo que nosotros mismo podemos alcanzar?

Para la Nueva Era, el ser humano se salva así mismo por sus propias acciones. La clave está en la realización personal y la plenitud de la persona. Es cada uno el que debe encontrar el mejor camino para sí.

Frente a estas ideas la Iglesia enseña que la salvación depende de la participación en la pasión, muerte y resurrección de Cristo, y de una relación personal directa con Dios, más que de alguna técnica.

A causa de las consecuencias del pecado original y los pecados personales, solo Dios puede reconciliarnos con Él mismo. La salvación se encuentra el la liberación del pecado, no en uno mismo.

4. ¿Aceptas la verdad como algo más allá de nuestra voluntad o te creas tu propia verdad?

Tal como lo entiende el movimiento New Age, la verdad no es más que aquello que hace bien y causa experiencias placenteras.

Contrariamente, Jesús nos dice que Él es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). Cristo nos pide que nos abramos voluntariamente a Él y los valores que nos transmitió. Se trata de una verdad que es igual y necesaria para todos, aunque no siempre sea “agradable”.

5. En la oración, ¿buscas profundizar en tu propia alma o abrirte a Dios?

La búsqueda de obtener serenidad mental y bienestar corporal son experiencias claves en la Nueva Era. La meditación es un viaje de introspección -cuando no de fusión con la “energía cósmica”- que vuelve a señalar la aspiración del hombre de alcanzar por sí mismo la divinidad.

A diferencia de esto, la oración cristiana es, ante todo, un diálogo y una apertura hacia el Creador. No se trata de un esfuerzo humano por alcanzar algo sino de un encuentro con Dios, aunque se tenga la sensación de estar solo.

6. ¿Crees que el pecado es una realidad concreta o el mal en el hombre es un problema de ignorancia?

El pecado como tal no tiene lugar para los promotores de la New Age. En esta corriente, las malas acciones de los seres humanos se explican por un conocimiento imperfecto. Por lo tanto, la iluminación que termina con aquella ignorancia se alcanza por técnicas psicofísicas (meditación, yoga, etc.) que llevan al conocimiento verdadero de cada uno. En el fondo, la autoridad se ha trasladado de Dios al interior del yo.

Todo al contrario de lo que señala la Nueva Era, desde la perspectiva cristiana el pecado concreto que afecta al ser humano. El pecado es una ofensa contra Dios, contra Su amor y contra el prójimo. Justamente, pecar es elegirse así mismo en lugar de elegir al Creador, y no basta tener conciencia de la debilidad humana, hay que participar en la gracia de Dios a través de los sacramentos para alcanzar la santidad.

7. Frente a la necesidad del prójimo, ¿quieres ir en su auxilio o te enfocas en tu propia superación?

Las formas de espiritualidad que difunde la Nueva Era son, la mayoría de las veces, una descarada autopromoción, un absoluto centramiento en el propio individuo. Por esta razón, no existe un auténtico compromiso social o una búsqueda de asistir al prójimo.

Para todos los que intentamos vivir con coherencia el Evangelio, el amor es una apertura hacia el otro, es buscar su bien incluso por sobre nuestras propias necesidades. Cristo es el mejor ejemplo de ello.

¡Cuidado con estas falsas creencias de la Nueva Era! Pero si tienes claras todas estas diferencias, tranquilo… ¡Estás en el buen camino!

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