“La Preciosa Sangre de Cristo fue derramada sobre la Cruz; por Ella Nuestro Señor ganó todas las gracias necesarias para la salvación de todo ser humano. Simplemente necesitamos captar estas gracias y aplicarlas a nosotros mismos y a los demás“. Esto decía la venerable Madre Mary Potter y nos recordaba una dimensión del sacrificio de Cristo que a veces olvidamos.
“La Preciosa Sangre es una Fuente fluida de dones espirituales que nunca se agotará”, agregaba la venerable y señalaba: “Uno de los mejores medios para participar de las gracias y bendiciones de la Preciosa Sangre es ofrecérselo al Padre Eterno”.
La Preciosa Sangre de Cristo es el camino para llegar al corazón del Padre
El padre Frederick William Faber decía que una “ofrenda” es más que una “oración. En la oración, somos los destinatarios, pero cuando hacemos una ofrenda, Dios se compromete a aceptar algo de nosotros.
“Cada vez que una criatura ofrece la Sangre por la que fue redimido, ofrece un regalo de valor infinito, que no puede ser igualado por ningún otro“, dijo Santa María Magdalena de Pazzi. Consciente de la infinita grandeza de esta ofrenda, la santa ofreció diariamente la Preciosa Sangre cincuenta veces por los vivos y los muertos.
Y es que cada vez que pedimos que la Preciosa Sangre de Cristo sea derramada sobre las almas, -decía la venerable Madre Potter- evitamos que sea derramada en el suelo en vano. A través de los infinitos méritos de la Divina Sangre, el Padre atiende especialmente nuestros pedidos y escucha nuestras súplicas.
Pero, ¿Cómo ofrecerla?
Aquí nuevamente, la venerable Madre Mary Potter no dejó un sencillo pero poderoso acto de ofrecimiento de la Preciosa Sangre de Cristo.
Padre ETERNO, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesucristo, en satisfacción por mis pecados, en súplica por las santas almas del Purgatorio y por las necesidades de la Santa Iglesia [especialmente por el alma de (Nombre)]
Además, la venerable Madre sugería poner la Divina Sangre en las manos de la Santísima Virgen María, para que la ofrezca en nuestro lugar.
INMACULADO Corazón de María, ofrece al Padre Eterno la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, por la conversión de los pecadores, especialmente [Nombre].
¡Ahora tienes en tus manos las llaves del corazón del Padre: la Preciosa Sangre de Cristo!
Reza diariamente estos breves ofrecimientos y serán escuchados.
“Es de la Preciosa Sangre de Cristo solamente de donde viene nuestra salvación. Por la inmensidad de sus méritos (…) nosotros miserables pecadores somos resucitados de las profundidades de nuestra miseria y restaurados a la paz y el favor de nuestro Padre Celestial”, enfatizaba el padre Faber.
Jesús, autor de nuestra salvación. ¡Bendita es Tu Sangre Preciosa!
La información de este artículo se extrajo de Catholic Tradition.