Su nombre es Bernard Nathanson, falleció en 2011 y en algún momento de su vida se lo conoció como el “rey del aborto”. En sus libro La Mano de Dios reconoce que hizo cerca de 75 mil abortos pero en un momento hizo un vuelco. Esta una extraordinaria historia de conversión que muestra que la Misericordia de Dios no tiene límites cuando hay arrepentimiento.
Bernard Nathanson, el médico que de ser el “rey del aborto” se convirtió en líder católico provida
Bernard Nathanson fue hijo de un médico especialista en ginecología, el Dr. Joey Nathanson. Siguiendo el ejemplo de su padre, estudió medicina en la Universidad de McGill.
Allí, en 1945, se enamoró de Ruth, una muchacha judía como él y se pusieron de novios. Un día, Ruth se enteró que estaba embarazada de Bernard. El joven escribió a su padre pidiéndole consejo y este le respondió enviándole 500 dólares junto con una nota que le daba dos alternativas: que abortaran o se fuese a Estados Unidos para casarse. Privilegiando su futura carrera médica, Bernard eligió la primera opción.
“Ese fue el primero de mis 75 mil encuentros con el aborto -reconoce en su libro-, me sirvió de excursión iniciadora al satánico mundo del aborto“.
En el aborto Ruth casi pierde la vida por una fuerte hemorragia. Después de ello nunca se volvieron a ver.
El ingreso al mundo de los abortos
Pasaron los años, y en 1971 Bernard Nathanson se involucró directamente en la práctica del aborto. Ya en Nueva York se hizo cargo de una clínica abortista, mientras al mismo tiempo desarrollaba una intensa campaña dictando conferencias y encuentros con autoridades políticas para extender la ley de aborto.
El propio Bernard Nathanson recuerda:
“Estaba muy ocupado. Apenas veía a mi familia. Tenía un hijo de pocos años y una mujer, pero casi nunca estaba en casa. Lamento amargamente esos años, aunque sólo sea porque he fracasado en ver a mi hijo crecer. También era un paria en la profesión médica. Se me conocía como el rey del aborto“.
Ya en 1972 reconoce que había realizado cerca de 60 mil abortos, pero a fines de ese año dejó la clínica. El precio había sido demasiado alto: “He abortado a los hijos no nacidos de amigos, colegas, conocidos e incluso profesores. Llegué incluso a abortar a mi propio hijo“, reconocía.
El descubrimiento que cambió su vida
Allí comenzó el comienzo del cambio que operaría en él. Se convirtió en jefe de obstetricia del Hospital de St. Luke’s. En ese momento, el ultrasonido comenzaba a utilizarse en las prácticas médicas. Y ocurrió algo que lo dejó pasmado: al colocar el ultrasonido en la panza de una embarazada pudo observar el corazón del feto latiendo en los monitores electrónicos.
Esa evidencia científica disparó una inquietud en la cabeza de Bernard Narhanson. Comenzó a preguntarse “qué era lo que estábamos haciendo verdaderamente en la clínica“.
Y de pronto reconoció que estaba equivocado, allí había vida, no eran solo células. Y decidió proclamarlo en la revista médica The New England Journal of Medicine:
“El aborto debe verse como la interrupción de un proceso que de otro modo habría producido un ciudadano del mundo. Negar esta realidad es el más craso tipo de evasión moral“.
A partir de ese instante se convirtió en un activista provida a tiempo completo, y decidió que el mundo debía conocer lo que ocurría. Con esta intención, en 1984 realizó el documental “El grito silencioso“, en donde muestra con la tecnología del ultrasonido qué ocurría en el momento que se practicaba un aborto.
Atención: El video puede herir la sensibilidad del espectador.
Esa pieza documental conmovió al mundo.
Pero su proceso de conversión no estaba terminado. Convertido en líder provida, asistió a una manifestación contra el aborto en 1989 y se sintió conmovido por cómo las personas reclamaban en paz, cantando y rezando.
“Por primera vez en toda mi vida de adulto empecé a considerar seriamente la noción de Dios, un Dios que había permitido que anduviera por todos los proverbiales circuitos del infierno, para enseñarme el camino de la redención y la misericordia a través de su gracia“, reconocía.
El camino hacia Jesús
“Durante diez años, pasé por un periodo de transición. Sentí que el peso de mis abortos se hacía más gravoso y persistente pues me despertaba cada día a las cuatro o cinco de la mañana, mirando a la oscuridad y esperando (pero sin rezar todavía) que se encendiera un mensaje declarándome inocente frente a un jurado invisible”.
Inmerso en esa culpa que estrangulaba su corazón leyó Confesiones de San Agustín. Este santo “hablaba del modo más completo de mi tormento existencial; pero yo no tenía una Santa Mónica que me enseñara el camino y estaba acosado por una negra desesperación que no remitía”.
Entonces, empezó a conversar periódicamente con el Padre John McCloskey y de pronto descubrió a Dios.
“Ya no estoy solo. Mi destino ha sido dar vueltas por el mundo a la búsqueda de ese Uno sin el cual estoy condenado, pero al que ahora me agarro desesperadamente, intentando no soltarme del borde de su manto“, declaraba.
El 9 de diciembre de 1996, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la cripta de la Catedral de S. Patricio de Nueva York, el Dr. Bernard Nathanson se convertía en hijo de Dios y recibía el bautismo.
“No puedo decir lo agradecido que estoy ni la deuda tan impagable que tengo con todos aquellos que han rezado por mí durante todos los años en los que me proclamaba públicamente ateo. Han rezado tozuda y amorosamente por mí. Estoy totalmente convencido de que sus oraciones han sido escuchadas. Lograron lágrimas para mis ojos”, dijo el médico al fin de la ceremonia.
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