Cuando pensamos en los santos, imaginamos personas que vivieron una larga vida dedicada a Dios. Sin embargo, el llamado a la santidad no tiene edad y tenemos en la iglesia muchos jóvenes que van camino a los altares por su gran amor a Dios.
Como nos indica el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica postsinodal dedicada a los jóvenes “Christus vivit”:
“El corazón de la Iglesia también está lleno de jóvenes santos, que entregaron su vida por Cristo, muchos de ellos hasta el martirio”.
La vida de estos 8 jóvenes nos enseña que todos podemos responder al llamado de la santidad. ¡Incluso si vivimos en la era del internet!
1. San José Luis Sánchez del Río
José Luis Sánchez del Río nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán (México). Cuando tenía 13 años y 5 meses, estalló la guerra civil en su país por las leyes anticlericales del gobierno de Plutarco Elías Calles.
A pesar de su corta edad y de los intentos de disuadirlo, el joven decidió unirse a la lucha por su fe, diciéndole a su madre: "Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión".
El 6 de febrero de 1928, en un enfrentamiento, José Luis fue capturado. Los oficiales le exigieron que renunciara a su fe a cambio de su libertad, pero él no accedió.
Le desollaron las plantas de los pies y lo condujeron descalzo hasta donde estaba su tumba, mientras caminaba, gritaba “¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!”. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005 y el 16 de octubre de 2016 fue declarado santo.
2. Santa Catalina Tekakwitha
Catalina nació en 1656 en Ossernenon, una villa habitada por la tribu Mohawk, en lo que hoy es Auriesville, Nueva York (Estados Unidos). Su madre era cristiana y su padre fue jefe del clan.
Cuando solo tenía 4 años, la epidemia de viruela mató a sus padres y a su hermano, enfermedad que dejó marcas en el rostro de Catalina y dañó su vista. Conoció la fe cristiana gracias a los jesuitas franceses y a pesar del rechazo de su tribu, pidió ser bautizada a los 20 años.
Por su fe fue blanco de maltratos, por lo que decidió escapar emprendiendo un camino de 320 kilómetros a través de montañas y ríos hacia un pueblo ubicado al sur de Montreal, donde recibió la primera comunión y vivió consagrada a Dios.
Dedicó su vida a la misión, evangelizando a su pueblo. Falleció el 17 de abril de 1680, cuando tenía 24 años. Catalina fue beatificada por San Juan Pablo II en 1980, y canonizada por el Papa Benedicto XVI, en octubre de 2012. Es la primera nativa americana en ser declarada santa.
3. Beata Laura Vicuña
Laura del Carmen Vicuña Pino nació en Santiago de Chile, el 8 de abril de 1891. Al morir su padre, su familia debió refugiarse en Argentina, en Junín de los Andes. En 1900, Laura ingresa al colegio de las Hijas de María Auxiliadora, donde hace su Primera Comunión, tomando a Santo Domingo Savio como modelo.
Al conocer sobre el sacramento del matrimonio, Laura comprende que su madre vive en pecado, al convivir con un hombre. Laura decide hacer oración y sacrificios por la conversión de su madre.
Lamentablemente, su salud se fue deteriorando, y con solo 12 años partió a la casa del Padre. Antes de su muerte, le pidió a su madre: "Mamá, desde hace dos años ofrecí mi vida a Dios en sacrificio para obtener que tú no vivas más en unión libre. Que te separes de ese hombre y vivas santamente".
El 3 de septiembre de 1988, en el centenario de la muerte de San Juan Bosco, Laura fue proclamada beata por San Juan Pablo II.
4. Beato Carlo Acutis
Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991 en Londres (Reino Unido), donde trabajaban sus padres, Andrea Acutis y Antonia Salzano. Pocos meses después, la familia decide regresar a Italia y se mudan a Milán.
Desde pequeño, tuvo un gran cariño por Dios, a pesar de que sus padres no eran devotos. Su pasión por la tecnología, lo llevó a crear uno de sus legados más importantes, una página virtual donde se encuentra un catálogo completo de todos los milagros eucarísticos del mundo.
Siendo adolescente, fue diagnosticado con leucemia mieloide aguda, una rara enfermedad con pocas esperanzas de vida. Carlo decidió ofrecer sus sufrimientos “por el Señor, por el Papa y por la Iglesia”.
Falleció en 2006, con solo 15 años. Su beatificación se celebró en Asís (Italia) el 10 de octubre de 2020.
5. Beato Pier Giorgio Frassati
Pier Giorgio nació en Turín en 1901, en una familia bien acomodada. A los 17 años se unió a la Sociedad de San Vicente de Paúl y dedicó su tiempo libre a cuidar de los necesitados y enfermos.
Fue parte de la Acción Católica y el Apostolado de la Oración. Además, era un ávido montañero. Durante su última escalada, escribió la frase “Verso L'Alto”, que significa “hacia las alturas”, un deseo de alcanzar la vida eterna con Cristo.
Pier Giorgio falleció el 4 de julio de 1925 por poliomielitis, una enfermedad que pudo contraer atendiendo a los enfermos. Fue declarado beato en 1990 por San Juan Pablo II.
6. Beata Sandra Sabattini
Sandra Sabattini nació el 19 de agosto de 1961 en Riccione, Rimini (Italia). En 1973, ingresa a la Comunidad Papa Juan XXIII, luego de conocer al fundador, el Siervo de Dios Oreste Benzi.
Un año después, animada por la comunidad, participa de un programa de ayuda para personas discapacitadas, una experiencia que la transformaría. En 1980, empieza sus estudios en la facultad de medicina de la Universidad de Bolonia.
Con 20 años, conoce a Guido Rossi, con quien se comprometería poco después. La pareja soñaba con casarse, formar una familia santa y embarcarse en misiones médicas en África. Lamentablemente, el 29 de abril de 1984, Sandra sufrió un grave accidente automovilístico y falleció unos días después, a los 22 años.
Sandra fue beatificada el 24 de octubre de 2021.
7. Beata Chiara Badano
Chiara nació en Sassello, Liguria (Italia), el 29 de octubre de 1971, un pequeño milagro para Maria Tereza y Ruggero Badano, un matrimonio que esperó durante 11 años por un hijo. Educada en la fe desde pequeña, Chiara ingresa a los nueve años al Movimiento de los Focolares.
En 1988, durante un partido de tenis, siente un dolor punzante en el hombro, los estudios médicos diagnosticaron osteosarcoma, un tumor maligno de los huesos. Para luchar contra la enfermedad, empezó un tratamiento intensivo de quimioterapia, pero a pesar de sus padecimientos, no perdió la fe y la alegría.
Chiara repetía constantemente que ofrecía sus dolores a Dios: “Esto lo hago por ti, Jesús. Si tú lo quieres, yo también”. A pesar de los esfuerzos médicos, la enfermedad la dejó sin movilidad en las piernas, pero ella decía: "Si tuviera que elegir entre caminar o ir al paraíso, elegiría esta última posibilidad".
Chiara falleció el 7 de octubre de 1990 y fue beatificada el 25 de septiembre de 2010.
8. Niña Ruiz-Abad
Niña Ruiz-Abad nació el 31 de octubre de 1979 en Quezon City (Filipinas). Su padre falleció cuando solo tenía tres años. Por el trabajo de su madre, tuvieron que mudarse a Sarrat en abril de 1988.
Niña era muy devota de la Eucaristía y desde pequeña se dedicó a repartir rosarios, biblias, libros de oraciones e imágenes de santos en su barrio y en la escuela. A los 10 años fue diagnosticada de miocardiopatía hipertrófica y vivió los tres años de la enfermedad con gran fe y alegría.
"La vida de Niña fue de oración, adoración y relación íntima con Dios, Jesús, el Espíritu Santo y la Santísima Virgen María", afirmó el Obispo de Laog, Mons. Renato Mayugba.
El 16 de agosto de 1993 sufrió un paro cardíaco mientras estaba en el colegio y fue llevada de inmediato al hospital, donde falleció.
¡Qué grandes ejemplos de santidad! ¿A quiénes más agregarías a la lista?