Santo Tomás de Aquino es uno de los teólogos más importantes en la historia de la Iglesia Católica.
Uno de los aspectos que definieron su santidad fue su devoción a la Eucaristía, un amor al que dedicó toda su alma e intelecto.
Luego de vivir la Solemnidad de Corpus Christi, es muy apropiado que miremos hacia el Doctor Angélico para fortalecer nuestro amor hacia Nuestro Señor Jesucristo, verdaderamente presente en la Eucaristía.
Estas son 5 formas en que Santo Tomás de Aquino mostró su devoción a la Eucaristía:
1. La devoción a la Misa
Antes de convertirse en teólogo o filósofo, Aquino fue primero sacerdote y fraile. Esto significaba oración comunitaria diaria, especialmente a través de la celebración de la liturgia de la Misa.
No sólo celebraba Misa todos los días, sino que también asistía a una segunda Misa y a menudo servía en el altar.
Aquino también era conocido por experimentar gran emoción e incluso éxtasis durante la Misa. A través de su ejemplo, Aquino muestra que la mejor y más adecuada manera de crecer en nuestro amor por el sacramento del altar es a través del sacrificio de la Misa, que nos proporciona una relación más íntima con Nuestro Señor a través de la adoración y la comunión.
2. La contemplación ante el Sagrario
Al igual que su padre espiritual Santo Domingo, Aquino era conocido por su oración ante el Santísimo Sacramento reservado en el sagrario.
Cada vez que luchaba con una cuestión intelectual compleja, iba a la capilla y apoyaba su cabeza contra el sagrario para encontrar consuelo y dirección. Sus primeros biógrafos señalaron que podía escuchar el latido del corazón de Jesús cuando lo hacía.
Aquino siempre se dirigía hacia la Eucaristía, y de igual manera, nosotros no deberíamos dudar en encontrar consuelo y guía en la fuente y cumbre de nuestra fe.
3. La contribución a la teología sobre la Eucaristía
Ningún teólogo ha contribuido tanto a nuestra comprensión de los sacramentos y la Eucaristía como Aquino.
La combinación que hizo Aquino de la filosofía aristotélica con la teología católica ayudó a crear las fórmulas y el lenguaje usados para explicar la transubstanciación del pan y el vino en el cuerpo y sangre de Cristo.
El comentario de Aquino sobre las Escrituras y sus tratados teológicos, como la Suma Teológica, profundizan en el glorioso misterio que está en el centro de nuestra fe.
La profundidad de la obra de Aquino habla del milagro contenido en nuestra creencia en la Eucaristía.
4. Su contribución a la Solemnidad del Corpus Christi
Cuando se propuso la idea de dedicar una solemnidad exclusivamente a la Eucaristía en el siglo XIII, el Papa Urbano IV encargó a Aquino la composición de los textos para la Misa y el Oficio de la Solemnidad de Corpus Christi.
Aquino crearía himnos y oraciones tan ricos en su teología y hermosos en su poesía que continúan siendo ampliamente conocidos hasta el día de hoy, incluyendo el "Pange Lingua", "O Salutaris Hostia" y "Adoro Te Devote".
La elegancia y reverencia del culto público a la Eucaristía, tal como fue concebido por Aquino, apuntan hacia la unidad de culto y creencia que el sacramento significa y causa.
5. La profesión de amor por la Eucaristía en su lecho de muerte
El amor de Aquino por Dios estaba en el centro de todo lo que hacía. Su propósito fundamental en la vida era servir a Nuestro Señor y actuar correctamente con Su Iglesia al explicar la doctrina cristiana, especialmente en lo que respecta a la Eucaristía.
No hay mejor ejemplo de esta afirmación que sus palabras al recibir la comunión en su lecho de muerte:
“Te recibo, precio de la redención de mi alma, te recibo, viático de mi peregrinación, por cuyo amor he estudiado, velado y trabajado; te he predicado y enseñado. Jamás he dicho nada contra ti”.
La Eucaristía fue verdaderamente el viático de Aquino: el pan sagrado que lo sostuvo durante su vida terrenal y lo elevó al amoroso abrazo de Dios en el cielo.
Al igual que Santo Tomás de Aquino, no olvidemos nunca de rendir homenaje a Nuestro Señor por su sacrificio que permite que su cuerpo y sangre estén presentes en la Eucaristía. Oremos para que nos acerquemos a la Eucaristía con reverencia y exaltación, reconociéndola como una oportunidad para crecer en santidad al participar en la mayor expresión del amor de Dios por la humanidad.