¡De Policía a Sacerdote gracias a la Adoración Eucarística! Recientemente se publicó el libro que cuenta la historia de don Ernesto Piraino Del uniforme a la sotana – La historia del policía que se hizo sacerdote.

La editorial Herkules Books publicó la obra autobiográfica de un joven sacerdote que vistió el uniforme de la Policía del Estado durante muchos años antes de tomar sus votos. Avvenire.it el pasado 24 de octubre compartió una entrevista que nos ayuda a entender como la fe transforma la vida.

De Policía a Sacerdote gracias a la Adoración Eucarística

Ernesto, de 42 años, ingresó a la policía a los 19 años y tomó sus votos en 2017. En ese momento trabajaba para la oficina de vuelo de la Jefatura de Policía de Messina y vivía en Scilla. Creció en una familia católica, por lo que tenía un poco de fe, pero no la vivió plenamente. En noviembre de 2006 nació la adoración eucarística perpetua en la iglesia de María SS. Inmaculada en Scilla.

Unos meses antes había roto con su prometida después de seis años y a un paso del matrimonio. Ese día Jesús comenzó a cambiar su vida. Se hizo cada vez más indispensable, e increíblemente “dondequiera que iba, encontraba la adoración eucarística perpetua“.

En los siguientes 4 años Ernesto conoció a otras mujeres muy hermosas pero, aunque se sentía bien con ellas, siempre había una insatisfacción subyacente que lo invadía. En 2010 habló con su padre espiritual sobre este creciente deseo de consagrarse a Dios y en 2011, a la edad de 32 años, comenzó la formación en el seminario.

Durante algún tiempo seguí siendo policía. Seminarista y policía. Cuando le ordenaron estaban todos sus compañeros de la policía y fue una fiesta que nunca imaginó.

El policía de ayer y el cura y ermitaño de hoy.

Así describe el sacerdote cómo es su experiencia de adoración eucarística:

“Es un camino en el que sigo confiando y dejándome guiar. Aprendí a ver su Rostro en la Eucaristía, luego en el rostro de su hermano. El ermitaño aprende a verlo en todo. Su Rostro me sigue en las horas de meditación, en el ministerio de la confesión, en el tiempo dedicado a la acogida y a la dirección espiritual…  voy a recargarme sumergiéndome en el silencio y la soledad de mi pequeño Tabor”.

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