Europa del Este fue uno de los lugares que más impacto tuvieron de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), ya que fueron invadidos constantemente por los Rusos y Nazis.

En la ciudad de Navahrudak, actual Bielorrusa, que en aquel entonces se llamaba Nowogródek, Polonia, se vivía lo que normalmente había en las zonas invadidas por los ejércitos alemanes en la guerra: combate con ejércitos rebeldes que buscaban la libertad de su pueblo. 

Las Hermanas de la Sagrada Familia  

Fueron 11 religiosas de la Hermandad de la Sagrada Familia, dirigidas por la Hermana Kanuta, las que viajaron a Nowogródek para ayudar a los enfermos y heridos de la guerra.

En especial, a las familias humilladas y heridas por los Nazis por tener alguna relación con los rebeldes polacos. Ellas trabajaban en el hospital de la zona, atendiendo a los heridos. 

Interrogación

Cuando los soldados Nazis se enteraron que las hermanas tenían relación con los rebeldes, las capturaron el 31 de julio de 1943. Una de ellas logró escapar, y trabajó en catequesis de la población a escondidas hasta 1990.

La Hermana Kanuta, con sus 9 hermanas, fueron interrogadas brutalmente y torturadas para que digan alguna información de los rebeldes. Ellas no dijeron nada, para que no se derrame más sangre de la que ya se había perdido.

Al no obtener información, las llevaron a 6 millas (poco menos de 10 km) de la ciudad. Cavaron una fosa común, las colocaron al frente, y les dispararon una a una.

Tiempo después, el sacerdote Alexander Zienkiewicz, también perseguido por los Nazis, logró exhumar los cuerpos de las hermanas a escondidas en 1945.    

Dato curioso

La Hermana Kanuta antes de ser religiosa iba a casarse con alguien de su pueblo. Desistió porque ella sentía que no tenía vocación para el matrimonio, y lo confirmó con un sueño donde Dios le decía: “No te cases con él, ve a Nowogródek, ahí encontrarás un vestido rojo para tu boda con tu amado”.

Cuando exhumaron los cuerpos, notaron que la Hermana Kanuta había caído encima de sus demás hermanas. Manchando de sangre su hábito. Los que narran esta historia indican que con esto se cumplió lo que Dios le dijo en sueños, con un vestido rojo de martirio logró ir donde su amado, Jesús.

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