El Padre Goyo Hidalgo de la Arquidiócesis de Los Ángeles, Estados Unidos, contó una anécdota que, a pesar de narrar un momento vergonzoso para él, tiene un tierno final.

¿Qué harían ustedes si fuesen sacerdotes y se les olvidan el sermón que prepararon para la Misa?

Me imagino lo que podrían sentir si se les olvida alguna parte de lo que tenían que exponer en clase para un trabajo. O quizás, lo que sentirías si se te olvida lo que tenías que presentar a tu jefe en una reunión.

El Padre Goyo estaba ahí, parado en frente de una iglesia llena de gente poniéndole atención, y se le olvidaron las palabras que preparó. Esto fue lo que hizo:

“Algunos años atrás, olvidé lo que tenía que predicar un Domingo. Lleno de nervios, solo pude decir, ‘Dios los ama’.

Cuando salí [de la iglesia], me encontré con una fila de personas esperándome. Uno por uno me dijeron, ‘Gracias, yo creía que Dios se había olvidado de mi. Me hizo recordar que no es así’.

Recuerden a otros que #Diosnosama”.

Realmente, el sacerdote es un ser humano como cualquiera de nosotros, y Dios lo sostiene, como a todos, para cumplir con su misión y transmitir su amor a todos los que lo rodean.

¡Oremos por nuestros sacerdotes!, y ya saben, recuerden a otros que Dios los ama.  

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