¿Te guía el Señor o el maligno? Mejora tu salud espiritual en 4 sencillos pasos

El sacerdote Robert Bolding, de la diócesis de Phoenix, Arizona, Estados Unidos, reflexionó en una de sus homilías transmitidas por radio, sobre la forma para que uno se dé cuenta si sigue a Cristo o all demonio, y si es el último caso, cómo mejorar tu vida espiritual.

¿Eres guiado por Cristo o por Satanás?

El padre dice que el punto de partida no es la pregunta “¿Cómo producir buenos frutos?”, sino más bien, “¿Cómo me convierto en el tipo de árbol que produce buenos frutos?”.

La fe es acerca de una relación con Jesús, que luego resulta en buenas acciones. No es meramente una guía moralista sobre cómo hacer principalmente actos buenos.

¿Estás siendo guiado por el Señor o por el maligno? Si estás lleno de ansiedad, frustración, enojo o lujuria y encuentras que tu fe está disminuyendo, es probable que la respuesta sea la última.

La manera de llegar a ser bueno es estar “enraizado en la tierra del Señor”. Esto es lo que hace la oración y la meditación auténtica. Tiene sus raíces en el Señor mismo. Cuanto más arraigado esté en el Señor, más sana y fructífera será su vida.

Para esto, sugiere orar de la siguiente manera:

1) Examina tu corazón

Tómate dos minutos para darte cuenta de tus pensamientos, sentimientos y deseos. Dios normalmente trabaja en nuestros corazones. Nuestro “trabajo” es determinar cuál de esos pensamientos, sentimientos y deseos son de Él.

2) A continuación, comunica esos pensamientos, sentimientos y deseos

Luego, comunica esos pensamientos, sentimientos y deseos a Dios directamente, aunque ya sepa lo que son. Él desea una relación contigo, y estas exigen la comunicación.

3) Guarda silencio mientras Él te responde

Incluso si no percibe una respuesta, dale a Él el espacio y la libertad para trabajar “por debajo del nivel de tu conciencia”.

4) Leer un pasaje de la Escritura.

Consejo final de oración:

Presta atención a lo que está sucediendo en tu corazón ¿Percibes alegría y gratitud o frustración? Esto te ayudará a determinar qué pensamientos, sentimientos y deseos son de Dios y cuáles no.

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