Esta semana ocurrió la visita del Papa Francisco a los Emiratos Árabes Unidos. Esta visita es histórica, ya que nunca antes un Sumo Pontífice había pisado esta península árabe, cuna de la religión Islam.

En este viaje, dentro de muchos eventos históricos, ocurrieron dos eventos que, a pesar de aparentar ser ajenos, guardan una profunda relación. Estos fueron, el famoso “beso” entre el Papa y el imán Al-Azhar, y el medallón de bronce de la artista Daniela Longo.


El “beso” y el documento

Como ya se sabe, entre estos dos pesos pesados de sus respectivas religiones, no hubo un momento romántico, solo un ángulo de foto particular y mucho chisme.

Pero la escena no deja de ser importante, ya que estos dos hombres son el representante de la fe católica, y uno de los hombres más importantes de la religión islam, Ahmed el Tayeb.

De hecho, el título honorífico de “Al Azhar” le da a Ahmed el respeto e importancia religiosa suficiente como para firmar un documento de paz en representación de los musulmanes con el mismo Papa.

Este documento, es un paso enorme para la fraternidad entre los musulmanes y los cristianos. Invita a la tolerancia y respeto de ambas partes, gesto que toma mayor importancia cuando recordamos la tendencia de grupos radicales musulmanes por perseguir y matar a los cristianos.    

El Medallón

Aquí la cosa se pone interesante, ya que al parecer el Papa Francisco no fue el único “Francisco” en negociar la paz con un líder musulmán en tiempos de guerra.

El medallón de cobre muestra un encuentro que hubo en el año 1219 entre el mismísimo San Francisco de Asís y el Sultán Malek al-Kamel de Egipto.

El registro de dicho encuentro aún no se ha confirmado, pero se tienen escritos al respecto. Sucedió en las cruzadas, en la llanura Damieta, cerca al Nilo. El sultán Malek se estaba enfrentando a parte del ejército de Pelagio Galvani.

Entre el ejército católico, como era costumbre, se tenían monjes cuya misión era velar por la fe de los soldados y el cuidado de los heridos. Se dice en crónicas que, uno de ellos, era San Francisco de Asís.

En un momento de la pelea, San Francisco pidió un audiencia con el Sultán para negociar la paz. Pero dicha reunión no tuvo frutos, porque el líder musulmán ofrecía la paz a un precio muy elevado, y el santo no pudo convencerlo ni evangelizarlo.

Aún así, el historiador Albert Jacquard explicó que el Sultán nunca olvidó la sonrisa y la dulzura de San Francisco con respecto a su fe, y hay una leyenda franciscana donde se dice que Malek le murmuró al santo:

“Hermano Francisco, yo me convertiría de buena gana a la fe de Cristo, pero temo hacerlo ahora, porque, si éstos llegaran a saberlo, me matarían a mí y te matarían a ti con todos tus compañeros”.

El Papa Francisco tuvo mejor suerte que San Francisco de Asís, ya que logró generar gestos legales y simbólicos de fraternidad y paz con uno de los líderes más importantes del Islam.

¡Oremos por la paz!   

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