El australiano Bill Hayden fue uno de los principales líderes políticos ateos de Australia y tuvo el cargo de gobernador general entre 1989 y 1996.
Aunque creció en un ambiente católico gracias a su madre y su escuela, la postura antirreligiosa de su padre lo marcó mucho.
De adulto se proclamó ateo a pesar que compartía los valores cristianos. Solía decir que lo que más le impactaba negativamente de la Iglesia era la cantidad de dinero y oro en sus iglesias y creía que no usaba sus recursos para ayudar al prójimo.
Las cosas cambiaron radicalmente cuando cumplió 84 años al sufrir un derrame cerebral.
Tuvo la oportunidad de contemplar la vida con detenimiento y descubrió muchos actos de caridad desinteresada por parte de los cristianos a los enfermos y más desamparados.
El testimonio que más le impactó fue el de una monja llamada Sor Angela Mary Doyle, administradora del Hospital Mater en Brisbane.
La Hermana Angela lo acompañó durante su enfermedad y conversó con él sobre todas sus dudas sobre la Iglesia y Dios. Hayden fue testigo de los actos de caridad de esta religiosa con los enfermos.
Después de meditarlo mucho, tomó la decisión de hacerse católico y se bautizó a los 85 años en la Iglesia de Santa María en Ipswich, Queensland. El Evangelio leído en la liturgia fue: “Bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.