William Doyle nació en 1873 en Dublín, Irlanda. Desde niño tenía un gran amor por el prójimo.

Se ordenó sacerdote jesuita a los 34 años, y su sueño siempre fue ser misionero en África. Sin embargo, Dios lo tenía pensado para otro lugar: las trincheras de la Primera Guerra Mundial.

William Doyle: Un sacerdote mártir de guerra

Se convirtió en capellán militar de la 16ta. división irlandesa del ejército británico. En medio de la guerra, ofrecía Misa, guiaba espiritualmente a los asustados soldados y enterraba a los muertos sin distinción de credo.

El 16 de agosto de 1917, los británicos tuvieron una dura batalla en Ypres, Bélgica, donde el sacerdote también asistió y escribió en su diario:

Intentaré tomar todo lo que sucede, sin importar de quién provenga, como me lo envió Jesús y soportaré el sufrimiento, el calor, el frío, etc., con alegría como parte de mi inmolación en reparación por los pecados de los sacerdotes. A partir de este día, trataré valientemente de soportar todos los dolores en este espíritu”.

Horas más tarde murió durante un combate, su cuerpo nunca fue encontrado. Todos sus diarios y cartas fueron guardados por los jesuitas de Irlanda, quienes comenzaron su proceso de beatificación al ver la gran calidad espiritual del sacerdote.

La orden recibió más de 6,000 informes de supuestos favores por su intercesión, inspiró muchas vocaciones y fue admirado por Santa Teresa de Calcuta y San Josemaría Escrivá.

Oremos por nuestros sacerdotes, que son personas que con sus limitaciones luchan por la salvación de las almas tanto como el sacerdote William Doyle lo hizo en su momento. Cuidemos siempre de nuestros sacerdotes, siempre.

¡Santo Cura de Ars, ruega por nuestros sacerdotes!

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