En la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el soldado británico George Vinall fue atacado mientras esperaba a un compañero de tropa. En medio de los disparos, logró sobrevivir gracias a la Biblia.

Mientras los alemanes atacaban, los dos soldados trataron de esconderse del fuego enemigo en una trinchera. Tras ganar el combate, Vinall tuvo tiempo de calmarse y revisar si había recibido algún impacto de bala.

El soldado recordaba que, en medio de la adrenalina, cuatro balas habían caído cerca de él. Encontró una en su mochila y otra cerca de donde estuvo echado. Estimó que un tercer proyectil había pasado cerca de su cabeza y se perdió en el campo.

Sin embargo, encontró la cuarta bala en su chaqueta, y con ella un milagro. Había impactado en su bolsillo, pero no sangraba, no había atravesado su torso. La razón: fue detenida por la Biblia.

En plena guerra, Vinall envió una carta a su familia contándoles todo lo ocurrido, y junto a ella la Sagrada Escritura, que aún tenía la bala incrustada entre sus páginas.

Más increíble aún, la bala dejó de romper la Biblia en el libro de Isaías, capítulo 49. Entre sus versículos se puede leer:

“Así habla el Señor: En el tiempo favorable, yo te respondí, en el día de la salvación, te socorrí. Yo te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir las herencias devastadas” (Is 49,8).

“¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!” (Is 49,15).

¡Increíble como la Biblia salvó a este hombre!

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