Cada 15 de noviembre se recuerda a uno de los más grandes doctores de la Iglesia, San Alberto Magno.

Nació en Alemania en 1206, y desde los 16 años fue una persona muy estudiosa. Se hizo sacerdote antes de los 20 años, y llegó a ser obispo a los 44.

Escribió grandes obras de teología y ciencias naturales. Murió en su país natal en 1280.

Aquí te contamos 5 datos interesantes que quizás no conocías de él:

La Virgen María le ayudó a obtener su sabiduría

A San Alberto no le iba bien en los estudios cuando era niño. Un día, de tanto rechazo que tenía de estudiar,  decidió escaparse del colegio.

En el intento, se le presentó la Virgen María y le dijo: “Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a mí que soy ‘Causa de la Sabiduría’?  Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y, para que sepas que sí fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías”.

Recibió ayuda vocacional de un beato

Ingresó a la Universidad de Padua a los 16 años en 1222, donde conoció al beato Jordán de Sajonia, segundo maestro general de la orden de Santo Domingo. Él le guió en la vida religiosa y lo ordenó sacerdote.

Tiene una plaza con su nombre

En París obtuvo su grado de profesor e impartía clases tan interesantes que asistían muchísimos estudiantes. Tantos, que tuvieron que mudarse del salón a una plaza pública para poder recibir a todos los alumnos. Esa plaza se llama “Plaza Maubert”, que proviene de “Magnus Albert”, Alberto Magno.

Profesor de otro gran cristiano

En 1248, los dominicos abrieron una nueva universidad en Colonia, nombrando a San Alberto como rector. Es en esta época tuvo muchos discípulos, entre ellos al entonces fraile Santo Tomás de Aquino.

Su humildad triunfaba sobre su inteligencia

A pesar de su fama y de ganar aplausos por su inteligencia, él sabía que la fuente de su sabiduría era Dios. Por eso, era común escucharlo rezar: “Señor Jesús, pedimos tu ayuda para no dejarnos seducir de las vanas palabras tentadoras sobre la nobleza de la familia, sobre el prestigio de la Orden, sobre lo que la ciencia tiene de atractivo”.

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