La mayoría de nosotros conoce a Madre Angélica por ser la fundadora de EWTN y por su valiente personalidad, pero pocos conocen acerca de sus experiencias místicas.

En 1995, la Madre Angélica viajó a América del Sur con algunas monjas para tratar de conseguir apoyo para una versión en español de EWTN. Una de sus paradas fue en el Santuario del Divino Niño Jesús en Bogotá, Colombia. Allí, después de una misa, se fue a orar a una pequeña capilla al lado de una imagen del Niño Jesús.

La visión de la Madre Angélica

De repente, mientras estaba orando de pie y en silencio ¡la imagen volvió a la vida! “Constrúyeme un templo” dijo el niño Jesús sonriendo, “y voy a ayudar a quienes te ayuden.”

Las dos monjas que la acompañaban no vieron ni escucharon nada, pero la Madre Angélica cayó en un estado de éxtasis religioso profundo. Cuando por fin salió de él, se echó a llorar, y más tarde dijo que su “corazón latía a 100 millas por hora.

Cuando volvió a su convento en Alabama, compartió esta historia con sus compañeras monjas y de inmediato comenzó a buscar un terreno para construir un santuario. Pronto, descubrieron un pedazo de tierra justo al norte del convento y tan pronto como la Madre Angélica llegó al sitio, supo que era el lugar correcto. Mas tarde ella dijo que allí “se sentía la presencia de Dios con mucha fuerza.”

Sin ningún dinero de EWTN, la construcción comenzó como un proyecto del Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles y se abrió justo a tiempo para el jubileo del año 2000.

Pero ese no fue el final de sus visiones místicas.

En Alabama el niño Jesús continuó apareciendo ante Madre Angélica regularmente, incluso en los pasillos de su convento donde tuvieron cortas conversaciones.

Por supuesto, tener visiones místicas no era lo más importante de su grandeza como una mujer santa. Su grandeza estaba en su fidelidad a Dios, y eso es algo que todos nosotros, por la gracia de Dios, también podemos lograr.

Madre Angélica falleció a las 5:00 pm del 27 de marzo del 2016 el primer domingo de Pascua. Ella tenía 92 y partió por causas naturales.

¡Qué maravillosa historia!

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