Como protestante converso al catolicismo cuyo recorrido culminó durante la Vigilia Pascual a principios de este año, tengo un poco de experiencia, por extraño que parezca, en cómo llegar a ser un católico. Para mí, fue un milagroso y particular viaje del cual he estado escribiendo desde hace unos cuantos meses. Para mí ha sido un largo viaje de una década. Basado en mi propia travesía, podría marcar las casillas de una lista y decir, definitivamente, sí, eso me convirtió en católico .

Así que, naturalmente, quise ayudar a otros a evitar un destino similar al mío.

Para mí ya es tarde, pero hay esperanza para ti . Si puedes, con la ayuda de nuestro Señor y tus amigos más cercanos y familiares, evita estas trampas; les puedo asegurar que al menos evitarán por algún tiempo caer en la trampa en la que caí.

Amigos, les ofrezco algunos consejos no solicitados: así es cómo pueden evitar convertirse al catolicismo.

1) No lean a Scott Hahn

Uno de los primeros errores que cometí como protestante fue leer a Scott Hahn.

El Dr. Scott Hahn es un renombrado biblista converso al catolicismo. En los años 80, Scott y su esposa Kimberly fueron parte de una ola de famosos protestantes conversos al catolicismo. El Dr. Hahn, un pastor evangélico, se convirtió radicalmente al catolicismo y poco después su “historia de conversión” fue grabada en cintas de cassette y comenzó a circular. La popularidad de Scott y la de su esposa Kimberly desencadenó una ola masiva de las conversiones católicas y animó a la pareja a escribir un libro basado en su experiencia llamado “Roma, dulce hogar”.

No leas “Roma dulce hogar”.

Descubrirás que Scott y Kimberly son inteligentes, bien leídos, y bien intencionadas. El Dr. Hahn ahora es un teólogo de gran renombre, un autor prolífico, y una voz de autoridad, compasión y experiencia en la Iglesia Católica. Ha traído su fervor evangélico al catolicismo y no se ha ralentizado. Y tú, pobre evangélico, que pensabas que los católicos no conocían sus Biblias.

Leer una historia de conversión tan efusiva como Roma dulce hogar es peligroso. En la historia de Scott y Kimberley, y las historias de otros conversos al catolicismo, verás ecos de tu propio camino de fe. Encontrarás las preguntas que ya te has preguntado, y si no, ahora te las preguntarás.

Y, si no tienes cuidado, tu camino comenzará a cambiar ligeramente de rumbo y puedes encontrarte en los inicios de un viaje con destino Roma.

2) No leas la historia de la Iglesia

Un segundo gran error que cometí fue leer la historia de la Iglesia – la historia del cristianismo.

Hice mi mejor esfuerzo. Traté de seleccionar una visión verdaderamente académica e histórica de una fuente tan secular como sea posible. No quería una historia contaminada por un punto de vista excesivamente Católico, un punto vista fuertemente protestante, o una obra pseudo-histórica. Yo quería una fuente real, académica. Después de todo, soy un historiador, por lo que pensé que podía abordarlo sin problemas. Elegí La Reforma, un libro de 800 páginas de Diarmaid MacCulloch (entre otras fuentes que he leído desde entonces).

No lea La Reforma de Diarmaid MacCulloch.

MacCulloch, quien se describe como Anglicana, describe el tiempo de la Reforma con muchísimo detalle. Es, en verdad, muy minuciosa y se podría comenzar a trabajar toda una tesis basada en cualquiera de las pequeños sub-secciones que MacCulloch incluye. Basta con decir que su gran libro te da una visión general muy intensa de por qué los reformadores protestantes se separaron de la Iglesia Católica en el siglo XVI y lo que estaba ocurriendo en la cultura y la sociedad en cada momento y lugar.

Pero la lectura de Historia de la Iglesia es peligrosa.

A partir de una buena lectura, es claro cuán tenue eran algunas de las decisiones y actitudes de los primeros reformadores. Cuánto de la historia personal de Martin Lutero es exagerada. Cuánta de su doctrina de la justificación y de las muchas cosas se recortó de la Iglesia están directamente relacionadas con su maníaca personalidad. Cómo gran parte de la Reforma fue llevada a cabo por detalles culturales, no religiosos. Cómo la política, la guerra y las dinastías europeas proliferaron y exacerbaron las tensiones.

Y, si no eres cuidadoso, puedes darte cuenta, como lo hice, de lo inestable que era el fundamento (origen) de mi fe protestante. Y cómo la adecuada e inmediata respuesta de la Contrarreforma católica fue verdaderamente una limpieza de los lugares de la Iglesia que estaban mal.

3) No leas a los Padres de la Iglesia

Un tercer error que cometí y que fue casi fatal: Empecé a leer los Padres de la Iglesia.

Entiendan, estos son los apóstoles de los apóstoles, los cristianos que fueron enseñados por los primeros cristianos que Jesús enseñó. Estos son los gigantes del cristianismo que conocían directamente a quienes habían oído las mismas palabras de Jesús, y que tocaron su carne. Como un evangélico ni siquiera me di cuenta de que existía este material y cuando lo hice, empecé a devorarlo.

No lea los padres de la iglesia.

Como un Cristiano ingenuo y curioso, comencé a leer a los padres de la iglesia, sólo para descubrir que eran sorprendentemente Católicos. Los padres escribieron que Jesús está realmente presente en la Santa Comunión, y no simplemente como un símbolo. Ellos escribieron, un sin fin de veces, sobre la importancia de la sumisión a los obispos y el respeto a la autoridad de la Iglesia que, en su mente, Jesús comenzó, los apóstoles continuaron, y que los obispos heredaron, mediante la designación de ellos en lugares de autoridad.

Cuando me di cuenta de que la iglesia primitiva no se parecía a la tradición evangélica en la que había crecido, me sorprendí, y luego tuve que enfrentarlo. Siempre me dijeron, cuando era evangélico, que las “iglesias en casas” eran bíblicas; que pequeños grupos independientes de cristianos se reunían en una “habitación superior” en los primeros siglos del cristianismo.

En cambio, la iglesia primitiva es decididamente católica en su doctrina y su estructura jerárquica, y, si no tienes cuidado, puedes llegar a una conclusión tan parecida e impactante como yo lo hice. ¿Y entonces que?

4) No conozcas a ningún buen católico

El siguiente error que podrías cometer es conocer a algunos buenos católicos. No lo hagas.

Podrías llegar a la conclusión, en este momento de tu viaje, especialmente si no hiciste caso de mi consejo anterior, que hay algunos católicos muy sorprendentes por ahí. Tal vez hayas leído a personajes como Scott Hahn, Stephen Ray, G.K. Chesterton, Frank Sheed, o Robert Barron. Claro, son grandes, y son vigorosos, entusiastas cristianos (que también son católicos), pero ellos no te han conocido, por lo que aún estás relativamente a salvo.

Sin embargo, ten cuidado. No conozcas a ningún buen católico en persona.

Tan pronto como conozcas a algún buen católico, te darás cuenta de que justo en tu mismo barrio, justo en tu lugar de trabajo o en tu centro comunitario o, Dios no lo quiera, en la parroquia católica de tu barrio, hay católicos de verdad. Católicos que podría estar de verdad tratando de vivir una vida cristiana. Católicos que se están esforzando por representar a Jesús frente la gente alrededor de ellos.

Católicos que son devotos.

Y esos son los católicos que sin duda quieres evitar a toda costa.

5) No comiences a vivir como un Católico

Pero, si ya has conocido a católicos devotos todavía hay esperanza, incluso en este punto al final del viaje te puedo ofrecer este sólido consejo: No comiences a vivir como un católico.

Estás advertido.

En cierto punto de mi viaje hacia el catolicismo me di cuenta de que, debido a todo lo que aprendí de los libros, a todas las lecturas e historias que había visto, y por todas las conversaciones que había tenido (en su mayoría conmigo mismo) simplemente había comenzado a vivir una vida católica.

¡No vivas como un católico!

No comiences a ir a misa o pidiendo la intercesión de los santos (¡porque usted lo hará!). No trates de rezar el rosario (¡que es sorprendentemente fácil de aprender!). No te metas con la Liturgia de las Horas o la Adoración Eucarística, ya que podrías enamorarte de estas prácticas decididamente católicas, ya que luego hay muy poco que yo, o cualquier otra persona, pueda hacer para ayudarte.

Podrías, en este punto, haber ido demasiado lejos.

6) No le des a Dios un milímetro

Pero tal vez todavía hay esperanza, tal vez la pendiente aún no es demasiado resbaladiza. Tal vez tu descenso hacia el catolicismo pueda ser detenido y creo que tengo algunas sugerencias que, incluso en esta hora tardía, puedan ayudar a prevenir tu al parecer inevitable conversión a la Iglesia Católica .

He aquí una idea: No le des a Dios un milímetro.

No importa lo que hagas, no le des la más mínima parte del control de tu vida a Dios. No cedas a su voluntad. Mantente firme, y evita ser movido. Sé que piensas que puedes confiar en Él ya que es eterno y omnisciente y puede llevarte de un lugar a otro a salvo.

¡Pero te equivocas!

Cuando le des un milímetro a Dios, Él te moverá una milla, y podría llevarte a un lugar al que no querrás ir. Un lugar de profunda reverencia, devoción, belleza y – si eres afortunado – con un bello aroma a incienso.

7) No ores

No importa lo que hagas, no ores.

Eso podría, en última instancia, ser tu mayor error. Simplemente tienes que dejar de orar por completo. Si insistes y continúas orando es posible que, accidentalmente, ores de una manera que no quisieras. Pensamientos, peticiones, o agradecimientos, están todos muy bien, pero otras cosas podrían arrastrarte a orar, por ejemplo, para que Dios te guíe en tu camino de fe .

Si oras pidiendo ayuda, entonces estás terminado. ¡perdiste!

Podrías orar, como yo lo hice, para que Dios te guíe y de repente todas las barreras a la Iglesia Católica podrían caer como esos poderosos muros de Jericó. Y puede que te encuentres en marcha hacia ella.

Dios responde a las oraciones; de eso puedes estar seguro. En esta zona tienes que estar en alerta y cumplir con el viejo dicho: ten cuidado con lo que pides .

Dios da regalos muy buenos, y nos ama mucho. Eso es exactamente de lo que te tienes que preocupar.

8) No dejes que tu fe sea retada

Por último, amigos, si has llegado hasta aquí no estoy seguro de qué podamos hacer algo más, pero lo intentaré.

Tú has leído algunas historias de conversión, la historia del cristianismo y los sorprendentemente católicos padres de la iglesia. Has conocido a algunos buenos católicos tanto en línea como en el mundo real y has comenzado a dar pequeños pasos para vivir una vida católica. Le has pedido a Dios que te oriente en tu viaje, y ahora estás aquí.

¿Cómo, en el último bastión del sentido común, en el campo de batalla final, en la gran basílica de la razón y la cordura, podemos hacer algo para levantarnos?

Debemos, en este punto, negarnos completamente a retar nuestra fe.

Recomiendo enterrar la cabeza en la arena aunque las técnicas pueden variar. En cualquier caso, hay que negarse a ser movido.

Hay que leer todos los autores que siempre hemos leído. Visitar todos los sitios web que siempre hemos visitado. Pasar tiempo conversando con amigos que sólo están de acuerdo con nuestros puntos de vista y se niegan, a toda costa, a desafiar la fe que siempre hemos conocido.

No somos complacientes – ¡de ninguna manera! – Hemos crecido seguros de nuestra fe. ¡Sabemos lo que creemos! No estamos asustados de pensar acerca de la Biblia, los Sacramentos, o la Iglesia cristiana de una manera nueva. Nada nos asusta, estamos demasiado ocupados o demasiado contentos con cómo son las cosas en este momento. No vamos a ser desafiados porque no lo necesitamos.

Después de todo, Jesús enseñó que el cambio es malo, la complacencia es buena, y podemos llegar al cielo haciendo lo que siempre hemos hecho.

¿Estamos de acuerdo?

Aunque, si has llegado hasta aquí, y todo esto falla, tal vez deberías convertirte al catolicismo. Yo sé quien soy.

[Ver: Pastor evangélico se confiesa con un sacerdote y experimenta el poder del sacramento

[Ver: Jesús Adrián Romero: los católicos NO adoran imágenes]

Comparte