En la Audiencia General de este miércoles 5 de enero, el Papa Francisco habló de la paternidad putativa de San José, el valor de la adopción, advirtió sobre el invierno demográfico y el peligro de que las mascotas reemplacen a los hijos.

Las declaraciones del Papa Francisco fueron malinterpetadas por muchas personas que se sintieron ofendidas. Lejos de querer generar un malentendido u ofender a quienes tienen afecto hacia sus mascotas, el Santo Padre intentó señalar a todos los católicos la importancia de la maternidad, la paternidad y la crianza de los hijos para la vida matrimonial.

En este sentido, los dichos del Papa Francisco se apoyan fielmente enlas enseñanzas de la Iglesia y aquí te explicamos por qué.

Una respuesta al bullying contra el Papa por lo que dijo sobre hijos y mascotas

Durante las últimas semanas, el Sumo Pontífice reflexionó sobre el peligro del invierno demográfico. Con esta expresión se refiere al envejecimiento general de la población producto de la caída en los nacimientos por cada año.

Fue en este contexto que el Santo Padre señaló:

El otro día, hablaba sobre el invierno demográfico que hay hoy: la gente no quiere tener hijos, o solamente uno y nada más. Y muchas parejas no tienen hijos porque no quieren o tienen solamente uno porque no quieren otros, pero tienen dos perros, dos gatos… Sí, perros y gatos ocupan el lugar de los hijos”.

¿Cómo deben entenderse correctamente estas afirmaciones? Lo primero que se debe aclarar es que la Iglesia Católica está a favor de la vida y la natalidad. El Catecismo de la Iglesia Católica señala que “La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende naturalmente a ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos; brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es fruto y cumplimiento. Por eso la Iglesia, que ‘está en favor de la vida'” (CIC 2366).

“Llamados a dar la vida, los esposos participan del poder creador y de la paternidad de Dios -dice el catecismo- En el deber de transmitir la vida humana y educarla, que han de considerar como su misión propia, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes. Por ello, cumplirán su tarea con responsabilidad humana y cristiana” (CIC 2367).

Esto significa que un matrimonio que no tiene hijos voluntariamente no se realiza completamente y deja trunco el sacramento. No obstante, la apertura a la vida es el comienzo del deber matrimonial, ya que “la fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación espiritual” (CIC 2221).

Por esta razón, todos los matrimonios católicos están llamados a formar familia teniendo hijos, y en el caso de no poder por razones naturales “pueden manifestar su generosidad adoptando niños abandonados o realizando servicios abnegados en beneficio del prójimo” (CIC 2379).

Segunda cuestión, ¿está mal que una persona ame a sus mascotas?

En este punto es importante aclarar que la forma en que uno ama a las mascotas no es -y no debe ser- igual a la forma en que Cristo nos invita a amarnos entre hermanos.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el séptimo mandamiento nos pide que respetemos la integridad de la creación. En este sentido, “los animales son criaturas de Dios, que los rodea de su solicitud providencial. Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria. También los hombres les deben aprecio. Recuérdese con qué delicadeza trataban a los animales san Francisco de Asís o san Felipe Neri”. (CIC 2416)

Al mismo tiempo, la Iglesia explica que “es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas. Es también indigno invertir en ellos sumas que deberían remediar más bien la miseria de los hombres. Se puede amar a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos” (CIC 2418).

Como bien explicó la autora Marge Fenelón, “no podemos amar a los animales de la misma manera que amamos a los seres humanos porque los animales no tienen almas inmortales. El Dios Uno y Trino no mora en ellos como lo hace en nuestras almas humanas bautizadas. Cuando amamos a otro ser humano, amamos no solo a la persona sino también al Cristo que vive dentro de ellos. Eso no es posible con una unión humano-animal”.

Así que ya ves, las afirmaciones del Papa Francisco sobre los hijos y las mascotas son perfectamente compatibles con las enseñanzas de la Iglesia.

Con todo lo dicho el Papa no quizo ofender a nadie. Solo intentó explicar a la luz de la Revelación y desde el Magisterio de la Iglesia que los cónyuges tienen una misión encomendada por Dios de estar abiertos a la vida, y que los animales -por más bellos que sean- jamás pueden reemplazar a los hijos.

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